Patti Smith


Hay algo insondable en la manera de cantar de Patti Smith. Insondable, pero tan creíble como lo más creíble que sale del corazón humano. Patti Smith, la de la suicida canción donde dice aquello de Redondo Beach y todo el mundo está tan triste.

 

“La música se extendía por todas partes. Recuerdo la saliva, y también la bofetada y los periódicos arrugados. Te fuiste y luego volviste. Sonreíste. Tu sonrisa sigue siendo irresistible. Recupera la noche. Recupera tu vida. Y canta y agáchate y grita. ¡Aux vaincus! ¡A los vencidos!”

Susan Sontag



 

Patti Smith y Lenny Kaye, Richard Sohl, Ivan Kral, Jay Dee Daugherty, Tony Shanahan, Oliver Ray. Toda aquella gente. Toda aquella gente suya. Fred Sonic Smith, por supuesto. Frederick (Kiss to kiss breath to breath / My soul surrenders astonished to death). Y los poetas: Rimbaud, ya sabes. Rimbaud, de quien ella dijo —ella, a la que algunos dicen madrina del punk— que es el primer niño del punk. Total, para una temporada en el infierno… Y Blake, William Blake. O García Lorca. Federico.

 

“No he jodido el pasado, pero he destruido, y mucho, el futuro: en mis pechos hay cicatrices de las astillas de los escenarios y las paredes que he acariciado…

Navegamos el mar de la historia humana, en un tiempo antes de dios, el tiempo en el que los hombres caminaban con los ángeles.

Cuando murió Brian Jones, unas palomas volaron en espiral sobre Hyde Park… ¿Hacia dónde volarán hoy?”

Patti Smith

 



Y Todd Rundgren y Jimmy Iovine y John Cale y Jack Douglas y Malcolm Burn y Gil Norton…

Patti arde en su desesperación por comunicar lo que tiene y quiere decirnos. Eso escribió de ella el gran Nick Hornby. Patti, a quien tanto le gustan Dylan o Vic Chesnutt. A la que se la ha escuchado decir que “la guitarra eléctrica es el arma de nuestra generación: sé feliz, sé libre, sé tú mismo”. Patti Smith, la extrañamente cercana Patti Smith.

 

“Un icono de la cultura popular, un pozo de enorme sabiduría. Nadie se puede comparar a ella, ni por los méritos artísticos contraídos, ni por su carisma escénico. Ella es la jefa suprema del rock. Y como tal ejerce. Pese a que a cierta edad nos desmarcamos para vivir de los recuerdos, de los buenos y también de los malos. Algunos nos atormentan, mientras hay otros que hacen nuestra existencia más llevadera. Pero a pesar de la consabida nostalgia, debemos disfrutar del presente y mirar al futuro de frente y con valentía. Y eso lo sé yo, y lo sabe esa musa llamada Patti Smith. Todos pasamos por baches, nadie está exento. No digamos una mujer como Patti Smith que acumula muchas más vivencias a sus espaldas que la mayoría del resto de mortales”.

Toni Castarnado: Ellas cantan, Ellas hablan, 2019

 


¿De quién es más Gloria? ¿De quién
Because the night? ¿De Van o de Bruce o de Patti? Del pueblo, que para eso tiene el poder. La gente. La gente enmudecida a la que le da sus pulmones y parte de su alma la señora Smith. La de las olas. La de las guitarras de Tom Verlaine.

Cómo perdimos el Tíbet, 1959. Bailar descalzos, orinar en un río, caminos que se cruzan…


Al fin y al cabo, ¿no es extraño moverse en otra dimensión? El brillo en sus ojos: nuestro escenario sagrado.

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