La película La sociedad de la nieve según Eduardo Laporte (y yo mismo)

1972, 2009 y 2023. Y 2024. 1972: el año en el que tiene lugar una tragedia aérea y andina mundialmente famosa. 2009: el año en que se publica otro libro, no uno cualquiera, sobre aquellos hechos. 2023: el de estreno de una nueva película contando la sabida historia. 2024: el año en el que yo veo esa película y ya me entero bien de algo que venía sabiendo desde hacía décadas, también el año en el que el escritor Eduardo Laporte disfruta dicho largometraje, titulado como el libro: La sociedad de la nieve.


Casi dos horas y media dirigidas excepcionalmente por el cineasta español Juan Antonio Bayona, que rueda un guion escrito por él mismo con la ayuda de Bernat Vilaplana, Jaime Marqués y Nicolás Casariego, adaptando el citado libro homónimo escrito desde 1973 por el periodista uruguayo Pablo Vierci, que utilizaba los testimonios de antiguos compañeros suyos escolares, los dieciséis supervivientes de setenta y dos días en la cordillera de los Andes a finales de 1972 tras un accidente aéreo. Tragedia y adversidad en un escenario desmesurado y solitario, como dice la propia nota editorial del libro de Vierci, y como se puede asimismo mantener si uno se refiere a la deslumbrante película de Bayona. Tragedia, adversidad y el ser humano en su magnificencia.


Espléndido es su elenco actoral (Enzo Vogrincic, Agustín Pardella, Matías Recalt, Esteban Bigliardi, Esteban Kukuriczka, Diego Vegezzi, Fernando Contigiani García, Rafael Federman, Francisco Romero, Valentino Alonso, Agustín Della Corte, Agustín Della Corte, Maxi de la Cruz…), espléndida su música, a cargo de Michael Giacchino y espléndida la fotografía de Pedro Luque. No en vano, FilmAffinity sitúa La sociedad de la nieve como la tercera mejor película de 2023 y la decimoprimera de entre las películas españolas de todos los tiempos.

Eduardo Laporte contaba, en su muro de Facebook, después de verla que le “gustó mucho”, aunque la vio, eso sí, con sus debidas pausas, para asumir mejor el contenido”. Se preguntaba, nos preguntaba, protestando, que “¿por qué los libros se pueden consumir parcialmente y las pelis hay que verlas de corrido?” No sé, yo verla la vi del tirón porque no podría haber hecho otra cosa ante tal catarata de emociones narrativas, fílmicas.

Laporte, como yo, detecta “un reproche repetido” al filme. Esa gente que pregunta “¿por qué contar una historia que ya se ha contado?” Y Laporte, cómo no estar con él en esto (y en tantas cosas), les responde sabiamente:

“Pues porque las buenas historias son inagotables, requieren de nuevos enfoques, nuevas perspectivas y deben ser contadas en el lenguaje de su época, para el público de su época. ¿Qué joven se va a ver hoy, el ¡Viven! de Ethan Hawke de los noventa?. Por otra parte, ¿por qué las compañías de teatro vuelven a programar Hamlet si ya se hizo en todos los siglos anteriores? Ay, la hiperlógica...”


Laporte contradice “al bueno de Recaredo Veredas”, quien mantenía “que los personajes no tienen matices, que son todos como una misma cosa”, diciéndole, con toda la razón, que “ahí está Numa Turcatti como principal oposición al tema de la carne y vaya si ofrece matices el tema y su actitud al respecto”.

La película de Bayona parece decirnos: “no eres más puro, a los ojos de Dios, de tu Dios particular, por hacer lo que se supone que deberías, como no comer a tus amigos muertos”.

Como a Eduardo, a mí “me gusta eso que dice el superviviente de la hamaca: Creo en el Dios que ante todo nos permitirá salir de aquí, que dará fuerzas a Roberto Canessa para liderar la expedición, a Nando (Parrado) para que no le fallen las fuerzas... Ese es mi Dios”.

Laporte explica muy bien por qué el libro y la peli (abierta “al misterio de la montaña”) se titulan así: Esa sociedad de la nieve es nada más y nada menos que “un ente humano que quizá sobrevivió por eso, porque dejó los egos, las individualidades, las vanidades pilongas, para actuar como un todo, como un cuerpo en que hay partes más importantes, más fuertes (Canessa y Parrado) pero en el que todos son necesarios para avanzar”.

Sólo añado una cosa, el gran mérito de esta obra maestra de Bayona es contarnos una historia cuyo final conocemos logrando que la veamos como si no supiésemos qué va a pasar, sin subrayados ni edificantes relatos vacíos sobre la grandeza de la humanidad. Porque la grandeza de la humanidad y la de la propia naturaleza hostil están ahí, frente a nuestros ojos, resplandecientes ambas, como lo que son: las auténticas protagonistas de una película conmovedora y memorable.

Laporte y yo coincidiendo. Bayona haciendo su artístico trabajo como los espectadores merecemos. 

Comentarios

  1. Mucha palabra para justificar un remake que se ha ido adaptando a la época y que han desembuchado cada vez más cosas que creen que pueden impactar cuando en un inicio no lo hicieron.

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    1. Poca palabra para contrarrestar tanta palabra. Y no es un remake, señor Anónimo.

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  2. Excelente película!. Y muy bueno el artículo!

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    1. Una película con una factura excelente ( mucho dinero ), especialmente dirigida para crear héroes. Con un tono amable q me genera grandes dudas en cuanto a realismo. Y q creo q no soportará muy bien el tiempo por esa misma carencia. Al final tengo la sensación q unos chicos se fueron de excursión y todo muy happy. A pesar de unos pocos momentos en los que intentan llevarme a lo tremendo de la situación no consigo sentir en mis carnes lo duro de la situación. A pesar de toda su calidad técnica. El tiempo dirá pero me ha faltado drama a la altura de tan graves circunstancias

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    2. Y yo que vi el drama a raudales. Que solamente vi drama...

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