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La música (pop), ese ruido fascinante


La música, la pop sin ir más lejos, ha merecido millones de reflexiones a lo largo de los tiempos. Recogí algunas de ellas en mi libro La música (pop) y nosotros. Selecciono ahora las que considero más hermosas, impactantes, útiles o sobresalientes. Son todo tuyas.

Algunas de esas reflexiones las escribí yo mismo. […]

 

Otras reflexiones son de gente que escribe mucho mejor que yo, por ejemplo, el novelista estadounidense Dennis Lehane, uno de cuyos personajes dice en su novela Cualquier otro día:

 

Verás, las palabras hablan para el cerebro y el cerebro es una máquina. La música habla para el alma porque las palabras son demasiado pequeñas”.

 

Ya se lo leímos a Neil Young: “la música expresa lo que las palabras no pueden”.

Poesía, ruido…

 

“¿No es hora de que la poesía se ponga a la altura de la música?”

J. M. Coetzee: Juventud, 2002

 

“Donde quiera que estemos lo que oímos es fundamentalmente ruido. Cuando lo ignoramos, nos perturba, cuando lo escuchamos, nos resulta fascinante”.

John Cage

 

Jorge Luis Borges escribió que "todas las artes propenden a la música, en la que la forma es el fondo". Y, para Arthur Schopenhauer, la música era la auténtica expresión del mundo, al cual es capaz de superar: “la música, al pasar por encima de las ideas, es también enteramente independiente del mundo fenoménico al que ignora sin más y, en cierta medida, también podría subsistir aun cuando el mundo no existiera en absoluto, siendo esto algo que no cabe decir de las demás artes”.


La música es, escuchamos al videoartista y cineasta José Ramón da Cruz en Geometría del Esplendor (un documental sobre el dúo español de música industrial Esplendor Geométrico), “el arte de organizar con sensibilidad y lógica una combinación de sonidos y silencios”. También “la emotividad que permite darles coherencia”.

Sonidos y silencios. Para el poeta Manuel Vilas “sólo la música tiene legitimidad para acabar con el silencio”. Y otro poeta, Juan Carlos Suñén (en su poemario de 1989 Un ángel menos), tañó unos versos que decían:

 

“El primer silencio pertenece a los hombres que se hunden en / lo alto, a los hombres tallados por la fascinación / de la música, […] / y a su paso se aparta el infinito / […] / (mientras un hombre muere en todas partes). […] / Conozco sólo tres profanaciones: / limpiar la superficie de un espejo, / exhumar una hoguera, / ser un músico”.

 

[…]

El escritor británico Nick Hornby escribió un bello libro dedicado a la música pop, se titula 31 canciones y en él le leemos que “no puedes mantenerte toda la vida con tu música de siempre, sobre todo si eres alguien que escucha música todos los días, en cualquier ocasión, necesitas recarga, porque la música pop tiene que ver con la frescura”.

Sin embargo, otro escritor, el español Luis Landero, escribió en su libro El huerto de Emerson que la música pop no es más que una “insidiosa y sugerida pornografía sentimental.” ¡Qué cosas!

Prefiero pensar que el pop, la música pop desde luego, es un hechizo que, como escribiera el destacadísimo periodista musical español Diego A. Manrique, se compone de una “misteriosa mezcla de sinceridad emocional y artesanía sensorial”.

Sinceridad emocional y artesanía sensorial, nada más y nada menos.

 

[…]

El afamado musicólogo Greil Marcus afirma en uno de sus libros de referencia que “la música busca cambiar la vida; la vida sigue; la música queda atrás; eso es lo que queda para que podamos hablar de ello”.


Para Nick Hornby, “la música, como el color, o una nube, no es ni inteligente ni no inteligente, simplemente es: todo lo que le pido a la música es que suene bien”. Y el musicólogo Ramón Andrés escribió en su Filosofía y consuelo de la música, de 2020, que “la música es una manera de pensar el aire, un modo de aprender la vibración que la atmósfera deja en el oído”.

La música es el infinito”. Eso me dijo el músico y periodista musical Fernando Martín.

 

“La música es infinita. Y aunque me he enamorado incontables veces con toda clase de músicas, de todas partes del mundo... siempre hay algo. Yo creo que simplemente se llama libertad”.

Jeff Buckley

 

José Luis Zapatero nos acercaba la música tanto en su libro El tiempo en 50 canciones que cuando le leíamos cosas así nos convencíamos de lo mucho que necesitamos escuchar las canciones que amamos:

 

“No importa el dispositivo en el que la escuchemos, los instrumentos que la produzcan o el ritmo que tenga. La música sonó en las cavernas y sonará en las naves espaciales que algún día surquen galaxias remotas. Desde el Big Bang hasta el estallido final nuestro tiempo se llena de sonidos. Que no pare la música”.

 

Que no se detenga esa maravilla que nos traen los músicos:

 

"Cuando tocas música es como si encendieras una luz en la oscuridad."

Carlos Santana

 

"Cantar es para mí un sacerdocio."

Elis Regina


[…]

Greil Marcus dijo que “la esencia del rock and roll como una agresiva cultura popular que rompía barreras de raza, clase, geografía y música.” Y, como le escuchamos a Patrick Kenzie, el personaje de Dennis Lehane en su novela Un trago antes de la guerra: “sabe Dios cómo conseguía mantener la gente su cordura antes del rock and roll”.

 

“Mi corazón volaba con Aviador Dro, se divertía con Siniestro Total, se emocionaba con Gabinete Caligari, se encogía con Décima Víctima”.

Beatriz Alonso Aranzábal (directora del documental De un tiempo libre a esta parte, de 2015, y componente del grupo musical Monaguillosh)

 


Este texto pertenece a mi artículo ‘Hablando de música (pop)’, publicado el 25 de marzo de 2022 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.

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