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Cosas que leo en los libros que leo (X)

Uno lee libros por diversas razones, para asombrarse es una de ellas. Lo que siguen son asombros provocados por los libros que leo.

 

La banda sonora de Barcelona

“La banda sonora de esta ciudad costera es la rumba catalana, que no flamenca, con influencia de la música cubana y el primitivo rock’n’roll, que los freaks de los setenta confundieron con orquestas de músicos ungidos mientras los auténticos rumberos callejeros eran empleados como material de derribo. Antonio González, «el Pescaílla»; Pedro Pubill Calaf, «Peret»; sin olvidar a Rumba Tres y Los Amaya, además del añorado Gato Pérez, que llegó del Río de la Plata para renovar la rumba catalana. Son parte de la memoria musical de cualquier barcelonés que se precie de serlo”.

Loquillo: Paseo de gracia, 2025

 

El remordimiento

“Los mejores de nuestros semejantes se las arreglan para renquear hasta la sexta y séptima década de la vida sin haber sucumbido antes. Yo creo que tiré la toalla más o menos a los treinta y siete años, y David hacia esa misma época, y mi hermano sucumbió totalmente a una edad mucho más temprana. Y no estoy segura de que haya una cura para el remordimiento. Sospecho que no la hay”.

Nick Hornby: Cómo ser buenos (novela), 2002

 


Cuando los tranvías y los primeros automóviles madrileños

“En 1871 se habían inaugurado las primeras líneas de tranvías con tracción animal que unían el centro (calles Sol y Mayor) con el extrarradio (barrio de Pozas y Carabancheles). En 1879 funcionaba un tranvía hasta el Hipódromo, situado entonces al final de la Castellana, donde están ahora los Nuevos Ministerios, como se ha indicado. En 1899 comenzó la electrificación de las líneas de tranvía, que se establecieron mediante concesiones a empresas privadas. Llegó a haber seis compañías distintas, cinco de ellas se fundieron en 1920 en la Sociedad Madrileña de Tranvías, mientras que la línea de la Compañía Madrileña de Urbanización de la Ciudad Lineal permaneció independiente hasta el año 1951 en que se integró en la Empresa Municipal de Transportes, que había comenzado su andadura en 1933 como empresa mixta para ser municipalizada en 1941.

Entre 1950 y 1966 la red de tranvías se complementó con la de trolebuses que, también se ha indicado, no requerían instalación de vías en el suelo y dificultaban menos el tráfico, pero que nunca alcanzaron gran desarrollo.

La invención del automóvil tardó mucho en repercutir en el funcionamiento de las ciudades españolas; su número era tan escaso que todavía en 1926 cada municipio fijaba el sentido de circulación de los vehículos de forma La invención del automóvil tardó mucho en repercutir en el funcionamiento de las ciudades españolas; su número era tan escaso que todavía en 1926 cada municipio fijaba el sentido de circulación de los vehículos de forma independiente, y en Madrid se circulaba por la izquierda.

Las décadas de depresión económica que precedieron y siguieron a la Guerra Civil retrasaron los problemas de tráfico rodado, que no comenzaron a sentirse en Madrid hasta mediada la década de los sesenta. La respuesta de los sucesivos ayuntamientos durante los siguientes veinte años ha sido la de facilitar a toda costa la circulación y el aparcamiento, estrechando las aceras de las calles, suprimiendo los bulevares centrales arbolados de las vías trazadas sobre la cerca de Felipe IV (que aún siguen siendo llamadas bulevares, aunque hace décadas que dejaron de serlo) y sustituyendo progresivamente por autobuses las líneas de tranvías que eran un estorbo para la fluida circulación de vehículos particulares; el último tranvía desapareció en 1972”.

Ricardo Aroca: Historia secreta de Madrid, 2013

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