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Las ocho montañas: el cine y la sensibilidad

La acogida extraordinaria de la primera novela del escritor italiano Paolo Cognetti, publicada a finales de 2016 y titulada Le otto montagne, que incluye recibir el máximo galardón anual de las letras italianas, el Premio Strega, entre otros muchos (traducida como Las ocho montañas al español al año siguiente) auguró la posibilidad de que tuviera una adaptación cinematográfica.

Y la tuvo, una que acabó por merecer para la prestigiosa web cinematográfica FilmAffinity ser la sexta Mejor película de las estrenadas en 2022 y estar entre las 60 Mejores películas italianas de todos los tiempos.


La película italiana Le otto montagne (también traducida, como la novela homónima, al español con el título de Las ocho montañas) dura casi 150 medidísimos minutos y fue dirigida y escrita (el guion adapta, ya se dijo, la novela de Cognetti) por la pareja de cineastas belgas Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch.

 

“Tiene algo, un lirismo no impostado, comprensión y cariño hacia sus personajes (...). Los autores creen en lo que están narrando. Y contagian esa veracidad (...). Para mí es suficiente. Incluso hay momentos en los que me parece preciosa”.

Carlos Boyero (El País)

 

Estoy muy de acuerdo con Boyero.

La ciudad y el campo, lo urbano mirando al futuro y la Naturaleza a la que quienes viven en ella no la llaman así, Naturaleza. El tiempo fluyendo ansioso frente al tiempo surcándose a sí mismo como un ciclo imperturbable. De eso va esta historia fabulosa de una amistad inquebrantable, sostenida por un cariño surgido en los días en que todo podía ocurrir. Una historia contada magistralmente por unos cineastas que saben acercárnosla sigilosamente por medio de la bravura de lo hermosamente grandioso, algo a lo que contribuye de manera magnífica la fotografía de Ruben Impens (que convierte la montaña en “un personaje más”, como escribiera Philipp Engel para La Vanguardia). Muy bien interpretada por Luca Marinelli y, especialmente, Alessandro Borghi, otros de los actores del film son Elena Lietti, Filippo Timi y Elisabetta Mazzullo.

 

“Una bonita historia de amistad (...) trata con enorme sensibilidad los afectos infantiles, la relación con la naturaleza y los vínculos paternos”.

Oti Rodríguez Marchante (ABC)

 


No veo atinadas las palabras que escribiera, también para El País, Elsa Fernández-Santos. Sí comparto aquellas en las que dice que la película es “preciosa, aunque por desgracia no redonda”, que es “una emocionante historia”. En lo que discrepo es en que el film tenga “dos problemas: uno es esa voz en off que en ocasiones abusa de las palabras de Paolo Cognetti. y, el otro, es una banda sonora infumable”. No me resultaron abrumadoras en modo alguno ninguna de las intervenciones del narrador (se supone que el autor de la novela en la que se basa el film), de hecho, ni tan siquiera advertí que fueran muchas. Que lo son. Respecto de la música… El músico sueco Daniel Norgren había publicado en 2015 el álbum Alabursy, cuyas canciones de folk y blues grabadas en el estudio portátil de su casa son las que Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch emplean como banda sonora musical de Las ocho montañas. Canciones que, según las iba escuchando, a medida que iban acomodándose en la narración fílmica que yo iba disfrutando, me fueron pareciendo subrayados sensibles y adecuados de cuanto veía y escuchaba. Infumable es mucha palabra, pero los gustos son inapelables. Es curioso que Nando Salvá (en su crítica de la película italiana para El Periódico, de la cual dice que es “elocuente y tierna, y tan triste, y tan bella”) coincida con Fernández-Santos en sus dos aceradas críticas, si bien lo que dice de la música de Norgren es exactamente que se trata de “una banda sonora llena de playlists recomendadas por Spotify para viajes por carretera”. Sic, y resic.

Sí comparto, también el análisis que Luis Martínez escribiera sobre el largometraje en El Mundo, aquel que decía de Las ocho montañas que es un “melodrama perfecto alpino” que “navega por dos existencias fracturadas presas de una contradicción que se diría esencial y lo hace con un sentido de la emoción, de la tristeza, de la belleza y del rigor algo más que sólo notable”.

Las ocho montañas fue ganadora de los premios Donatello a la Mejor película, al Mejor guion adaptado, a la Mejor fotografía y al Mejor sonido (cuyo responsable había sido Alessandro Palmerini).

 

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