Caetano es un sortilegio africano, la dicha prendida de la pereza, de ese dejarle hacer a la vida, de ese disfrutar de su brevedad: una sensible melodía de oro. Es una fantasía elegante, la enamorada música continental, mi delicada manera de amarla. Te doy gracias CAETANO VELOSO porque cada vez que te escucho la beso.
Caetano Emanuel Vianna Telles Veloso nació en Santo Amaro da
Purificação, en el estado brasileño de Bahía, el 7 de agosto de 1942. Brasil.
Caetano. Verdad tropical. A los 25 años comenzó a usar la música para mostrar a
los demás humanos una grandeza singular. La suya, que es un poco la de todos los
seres humanos, según creo entender.
Bailar como Fred Astaire, jugar como Marcelo al fútbol,
cantar como Caetano, estar en el cielo,
oler el césped de los estadios, escuchar el ritmo del agua,
a veces el resplandor que nos ciega nos susurra al oído cenizas,
extraños mundos donde disfrutar,
extraños mundos donde quitarles a los sueños
esa petulancia fatua de felicidad entusiasta
y devolverle a la vida el baile, el juego, las canciones,
las palabras que acompañan, todo aquello donde somos seres
magníficos, únicos,
misteriosos, imprevisibles, más poderosos que la cochambre de
los sueños sin sentido,
puro deseo idiota, de una fealdad que espanta, el negativo
atormentado de la supervivencia.
Bailar como Marcelo, jugar como Caetano al fútbol, cantar
como Fred Astaire,
presumir de ser feliz ahora que he aprendido lo que es y a
serlo.
Bailamos una y otra vez el mundo de
Caetano, mientras el otro mundo, el mundo en el que no se pueden escuchar las
canciones de Caetano, sobrevive como puede a la mentira del progreso y al
regreso de la luz que siempre acaba por apagarse.
Desde que la samba es la
samba, todo ser humano observa la Tierra desde el Tropicalismo de la belleza
pura: Caetano nos lo ha cantado.
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