Nuestro trabajo es amar: Kate de Easttown


En este Segundo Año de la Gran Pandemia se ha estrenado una extraordinaria serie estadounidense de televisión: Mare of Easttown. Una serie compuesta por siete capítulos de cerca de una hora cada uno, un total de poco más de 400 minutos de puro cine compartimentado en entregas sabiamente administradas.

Creada y escrita por Brad Ingelsby ("crecí rodeado de mujeres y quería que Mare of Easttown fuera un homenaje a todas ellas"), espléndidamente dirigida por Craig Zobel, con la fotografía de Ben Richardson, esta obra de arte cinematográfico cuenta con la deslumbrante interpretación de su actriz protagonista, una inconmensurable Kate Winslet, espléndida en todas y cada una de las escenas en las que participa, muy bien secundada por el resto del reparto, especialmente por una sensacional Julianne Nicholson.


Mare of Easttown
es un thriller canónico que es a la vez un drama magnífico, conmovedor. Tiene mucha razón el escritor Sergio del Molino cuando escribe en El País sobre la serie que con ella "gozas con el contacto de algo bello y sutil hecho con materiales feos y de desecho”. Y sí, es cierto que "en esencia, Mare of Easttown es la historia de una heroína feroz y corriente”, como dijera Caryn James en la BBC.

He evitado escribir sobre lo menos importante de Mare of Easttown, algo que ha espolvoreado otra polémica imbécil, esa que se centraba en el aspecto físico de su mujer protagonista, su maravillosa actriz protagonista, una artista superlativa para una serie de televisión que es puro cine majestuoso.

Porque lo verdaderamente importante de esta serie llena de dolor y humano esfuerzo por superar el trauma es lo que dice uno de sus personajes en su sermón: nuestro trabajo es amar. Todo lo que necesitamos es eso: amar. Ya lo cantaban los Beatles.

Ya te digo.

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