Gabriel García Márquez
Cuando desapareces eres espuma y ascua, eres una página escrita por García Márquez, una especie extinguida, un animal buscando su alma.
Cantemos a la vida que ha regresado a Chernóbil y no es
una mentira de Gabriel, de García o de Márquez.
Yo leía la soledad sideral de la selva, y era un verano de esos
secos, la lluvia sonaba monótonamente eterna, en las páginas de un libro de
esos tuyos magnífico y de pájaro, uno de esos poemas larguísimos como los ríos
sin prisa por llegar, una de esas novelas que prendías en mí, briznas enormes
de saludable exigencia.
Yo leía porque tenía quien me escribiera, tú y tus antepasados y
tus lecturas de perro azul, leía y aguardaba el momento de comprar tu crónica, la
de la muerte anunciada, la que acaba antes de empezar y empieza oliendo a
muerte.
Gracias, señor de Macondo, por tenerme en vilo durante una tarde
sin horas enamorado en aquellos tiempos, los del cólera y los Stones sonando
desde el Calderón: leerte fue un placer juvenil único, un placer adulto
inequívoco; me quedo con tus palabras, con todas y cada una de ellas, me quedo
con el sonido de la lluvia en una tarde madrileña de verano. Siempre habrá
quien ame con aquel corazón lleno de arena.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.