Bruce Springsteen tiene "un fuego en las
entrañas que no deja de abrasarte". Bruce es un buen chico católico que supo
pronto que lo que la gente espera cuando va a un concierto es alguien que le
demuestre que uno más uno… puede ser
TRES. Springsteen hace lo que hace “porque tiene que hacerlo”. Palabra
de Bruce Springsteen.
Y, ahora, la mía…
El tiempo y el diablo en una botella.
La luz de la luna en el interior de una lágrima.
El milagro del amanecer, caballos salvajes,
un disco de Bruce sobre mi mesa.
Al ocaso no le quedan alternativas
y los milagros viajan en trenes bajo las estrellas.
Vuelve a mirarme así, con todo ese ímpetu tuyo,
fascinada, colmada de noche y guitarras:
¡a quemarropa!
Una encrucijada, le hablé con mi corazón
a esa alma que tú habías olvidado.
El tiempo y tu sonrisa desde la luna.
Hoy, hoy, hoy… Ahora, ahora, ahora.
¡Vamos!
Bruce nos dice que es de esos
que "mienten al servicio de la
verdad", que es de esas personas "que tienen una historia que
contar".
Desde que se emocionó
con lo que entendía que hacía Elvis,
desde que quiso ser un Beatle, Bruce comenzó una carrera para la que
indudablemente había nacido y se dispuso a mirar a Bob Dylan,
porque “quería ser una voz que reflejase la experiencia y el mundo en que
vivimos”.
Cuando en 1975
se publicó el elepé Born
to run, “un interminable
torrente de ruido y plata brotó de la máquina tragaperras del rock and roll:
¡GOL!” De Elvis era “el empuje
físico” y de Dylan “la idea de no limitarse, no escribir sobre ALGO, sino escribir sobre TODO”.
Si con su segunda obra
maestra, Darknes on the edge of town (diez canciones “colmadas de voluntad,
resiliencia y resistencia”), se aprovechó del desafío del punk para endurecer su propósito
y encontró así ya para siempre su “voz adulta”; con la tercera, The
river, su banda, la E Street
Band, “llegaría a su máxima expresión”.
“Lo mejor que
hago es tocar en vivo… con la E Street Band. […] Soy un aullador de rock y soul
poderoso, fornido y psicótico”.
[...]
Nacido en el límite de la ciudad,
junto al río,
en una colonia estadounidense
de la Europa que corría
en pos de un sueño
a través de la oscuridad,
yo también sentí aquellas canciones tuyas
como una estampida
sobre mis quince años,
yo también respiré y supe que
el futuro del rocanrol
[el breve futuro del rocanrol agonizante
como futuro,
ya eterno pasado posado sobre almas
y corazones conduciendo toda la noche]
estaba en mis oídos, en mi sangre,
brotando de una aguja que surcaba
vinilos como un glorioso buque
infinito.
La Tierra Prometida a mis diecisiete años,
mis diecisiete,
todas aquellas últimas noches,
las de los días todavía sin extrañar,
entrañables, invencibles,
ahora únicamente nostalgia del futuro,
la fiereza tranquila de vivir
dentro de las canciones de Bruce Springsteen,
en su interior de madera y sudor,
de horizontes como toboganes,
en su interior de sonidos radiantes.
La Tierra Prometida a mis cincuenta y seis años,
mis cincuenta y seis años,
todas estas noches,
todavía suenan las canciones de Bruce Springsteen,
siguen siendo una juvenil pericia extática,
un engrasado ajuste de la realidad,
de sus oscuras motivaciones
y sus brillantes sendas hacia donde ya he llegado.
Bruce Springsteen se sabe
parte destacada de un mundo de creatividad que desaparecerá con él y con
quienes como él pertenecen a la “temprana generación del rock” que
nacieron a tiempo para disfrutar de las bandas de la oleada británica que
reinventaron el rock, el blues, el soul y el pop (los Beatles y los Rolling
Stones, principalmente), pero que aun así son “lo bastante jóvenes como para
haber vivido la experiencia de quienes lo originaron todo: Muddy Waters,
Howlin’ Wolf, Chuck Berry, Fats Domino, Roy Orbison, Jerry Lee Lewis, Elvis…”
algún día seré capaz de explicarte amigo Bruce
por qué te quiero tanto
algún día
mientras, me voy imaginando cómo sería un
poema para ti
cómo tendría que escribirte versos de
agradecimiento
enardecidos o simplemente valientes
versos para un juglar de mi tiempo
versos para quien sí, finalmente, fue la
reencarnación del rock
del rock que nació de nuestras piedras y
nuestros palos
algún día se me ocurrirá cómo comenzar ese
poema
y entonces seré muy feliz
tan feliz como muchas de las canciones que te he
escuchado
Este
texto pertenece a mi artículo ‘De Bruce Springsteen / A Bruce Springsteen’, publicado el 5 de
abril de 2020 en Periodistas en Español, que puedes leer
completo EN ESTE
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