A los que huisteis derrotados hacia el mar, podría pediros perdón en nombre de los que se quedaron en este rincón de hoguera negra, pero no puedo hacerlo porque algunos morimos en el viento, porque muchos salvamos la vida sin quererlo, porque muchos no somos más que los despojos agradecidos de las corrientes oceánicas que se depositaron en el año 1975 , suciamente desprovistas de la sangre moral de los que huisteis derrotados hacia el mar para dejarnos a todos la gallardía del harapo redimido por la grandeza de unos pocos, redimido por la blanca mediocridad perdonable de tantos. En la ventana de la posmodernidad, ante la frecuencia del fin del mundo, la inocencia de las palabras ilumina las fronteras insólitas de la realidad: leemos la vida, tras las huellas de la memoria, tras la tarea provocadora de Dios en su grandeza, en ese ser o no ser suyo, en ese no dejarnos vivir con alegría. Las lecciones de la caótica peregrinación del tiempo, la responsabilidad del pasado: no te mire...
Tengo siete libros publicados, también escribo mi segunda novela. Me gusta (mucho) Nacho Vegas, Jonathan Coe, Rodrigo Sorogoyen, MARGA y reírme. Dijeron que era un agitador cultural, pero lo que prefiero ver escrito sobre mí es eso, que soy un escritor. Ibáñez escribe.