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Danza Invisible, agua sin sueño…

Yo me compré el primer disco del grupo pop Danza Invisible en 1983. No sé decir si aún lo tengo porque no sé muy bien si mis discos de vinilo están donde creo que están mis vinilos. Pero eso no importa. No mucho.


A los chicos de Danza Invisible los vi un par de veces en directo, una en Torrelavega, en verano: memorable aquello. Me encantaban. Amé todos sus discos, al menos hasta 1993. Diez años de amor. Aún los quiero.

 

Productores y miembros

Fueron producidos sus álbumes por Jesús N. Gómez, Julián Ruiz, Peter McNamee, Chris Nagle, Luis Fernández Soria, John Pennington, Manu Guiot, Mike Vernon…

Danza Invisible, gestado en la malagueña Torremolinos, son/fueron: Javier Ojeda (voz), Ricardo Texidó (voz, batería y coros entre 1981 y 1993), Chris Navas (bajos), Manolo Rubio (guitarras y coros), Antonio L. Gil (guitarra y teclados), Nando Hidalgo (guitarra y coros) y Miguelo Batún (batería, sustituyendo a Texidó), además de Rodrigo Rosado, autor de la mayoría de las letras (las de las mejores canciones).

 

De ellos han dicho

Antonio J. Quesada escribió en Facebook el 21 de junio de 2022 con motivo del programa de televisión Imprescindibles dedicado a Danza Invisible que disfrutó “chapoteando en este agua. Barrio de La Paz (pasear por allí siempre me ayuda a encontrarme conmigo mismo), Torremolinos (las discotecas, la música llegada de Londres y los bikinis de las suecas, entendiendo por sueca toda chica que llegaba de más arriba de los Pirineos para tomar el sol, hicieron mucho por la llegada de la democracia a este país todavía llamado España), movidas heterodoxas, canciones que forman parte de la B.S.O. de nuestra vida, etc. Ya nos lo enseñó Nietzsche, aunque decían que estaba loco: sin música la vida sería un error. Danza Invisible: imprescindibles. Imprescindible: Danza Invisible”.

 

Fernando Neira considera que, al principio, Danza Invisible fue “una banda de culto, muy influida por el post punk y el rock oscuro británico de The Cure o Joy Division” (yo por aquel entonces siempre escuché, resultaba evidente, que remedaba, a su aire, eso sí, mas sin admitirlo, a los maravillosos Simple Minds) que luego se comportó como “un émulo indisimulado de David Byrne”, del que Javier Ojeda, el cantante, “adquirió incluso el gusto por los movimientos espasmódicos encima de las tablas; y finalmente, a partir del exitosísimo A tu alcance (1988), como propulsor indisimulado de los ritmos latinos, que consiguió llevar en no pocas ocasiones, y ahí quedan en el recuerdo Reina del Caribe y la ubicua Sabor de amor, a la estratosfera de las listas de éxitos”.

 

Las mejores canciones de Danza Invisible


Sus comienzos suenan ahora un poco viejunos, pero de aquélla, ay de aquélla… Veamos aquellos álbumes.

Sueños (1983, aquel disco mini elepé que me compré tan pronto como lo publicaron): Sueños de intimidad, Danza y magia del ritmo, Diario oculto, Tu voz.

Contacto interior (1983): Al amanecer, Tiempo de amor, Mis ojos hacia ti, Ecos, Así marchamos a la gloria, El legado

Lo bueno bueno, lo extraordinario, comienza en 1985, lo sé ahora con el tiempo, que es ese árbitro mortal.

Maratón (1985): El pintor y la modelo, El Club del Alcohol, El ángel caído, ¡Deprisa¡, A veces el campo



[Su prodigioso] Música de contrabando (1986): Ocio y negocio, Contrabando, Mercado negro, Sin aliento (¿la mejor de todas las canciones de la banda?), Espuelas, Agua sin sueño (¡qué maravilla!), El joven nostálgico, En guerra, No habrá fiestas para mañana



Directo (1987, primer disco suyo en vivo, magnífico, donde había canciones que no habían salido en otros elepés, como la versión de Break on through, de The Doors, o las extraordinarias:) Hay un lugar, El fin del verano, Yo encarnaré mi amor



A tu alcance (1988, el álbum que los llevó al estrellato, repleto de joyas pop): Un lujo a tu alcance, Si tú no estás qué poco tengo (otra de las grandiosas), Reina del Caribe, Laberinto de fortuna (una canción que reivindico ahora aquí: preciosa), A este lado de la carretera (la magnífica versión de aquella canción de Van Morrison), Estrellas a mis pies (durante mucho tiempo mi favorita del disco: ¿todavía hoy?), Sabor de amor (qué decir de este megaéxito eterno, tan simple como imbatible: casi todo el mundo identifica hoy al grupo con esta canción), Vida pasajera, Mi ciudad es una chica de ahora (¿cuántas veces la habré cantado?: ahora mismo al recordar a Danza Invisible), El brillo de una canción (inconmensurable manera de cerrar un disco de época)…



Catalina (1990, cuando seguían en la cresta de la ola en cuanto a popularidad): Catalina, En celo (la que más me gustaba del álbum), Naturaleza muerta (excelente y moderna, también una de las reinterpretaciones de la banda, esta vez una canción de The Stylistics, del año 1973, compuesta por Linda Creed y Thom Bell, titulada Country living, difícilmente reconocible), La ruina (tan impresionante hoy como entonces), La balada de la cárcel (¿cómo había podido olvidar esta maravilla?), Yolanda (la de Pablo Milanés: una buena versión una vez más)…



Bazar (1991, cuando la estrella del grupo decaía aunque eran capaces de grabar este prodigio pop todavía): Diez razones para vivir (siempre extraordinaria), La mujer ideal (probablemente la mejor del álbum), Él es un bazar, Sólo el amor te hará llorar (otra excelente versión de un clásico, esta vez de Neil Young), Fiesta después de la fiesta, La deuda de la mentira (otra de las que había olvidado incomprensiblemente), Tentaciones (sí, la poderosa Tempted de Squeeze)…


Clima raro
(1993, el último con Texidó en el grupo, el último al que presté la debida atención): El orden del mundo, la que titula el álbum, La estanquera del puerto, Amor de madre (la mejor del disco, con diferencia)…

Después de este elepé tan flojo vinieron algunos elepés más. Pero Danza Invisible ya no eran cosa mía.

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