La cultura del esfuerzo y la cultura del trauma (y la Primera Guerra Cultural Mundial)

Leo que detrás de la meritocracia solamente hay ideología, que lo habitual, AHORA (¿antes?), es que pese a que te esfuerces no alcances a llegar a nada, y que como todo es fracaso eso crea ANSIEDAD.

PERO YO CREO QUE lo más frecuente ahora es que te hagan creer que te has esforzado, que no sepas lo que es esforzarse y que consideres que la vida es injusta con todo lo que tú (sin haberlo hecho) te has esforzado. Después está lo de que el esfuerzo no garantiza el éxito, algo de cajón.


David Pablo Montesinos
, que reflexiona en público con mejor tono y acierto que yo, escribe cosas magníficas en su muro de Facebook. Viene a cuento aquí su post titulado ‘A VUELTAS CON LA CORRECCIÓN POLÍTICA (Y II)’. El I también merecía la pena. Mucho. Pero me quedo con lo que sigue y lo pongo en relación con la Guerra Cultural que enfrenta a los de la cultura del trauma con los de la cultura del esfuerzo:

 

“En el espacio de la izquierda, la corrección no es un problema en sí mismo porque muchos de sus logros son positivos. El problema es que, cuando el higienismo se hipertrofia, lo que tenemos es un síntoma de impotencia política. Concedida la victoria ideológica al neoliberalismo desde los 90, se ha fomentado una a menudo histérica proscripción de las formas porque no se sabe ya cómo litigar en el terreno de la economía. En otras palabras, como ya no se sostiene un discurso rotundo contra el capitalismo, que se ha dado por invencible, lo progresista termina siendo exigir formas respetuosas hacia las minorías raciales, los homosexuales o las mujeres. Estos procedimientos, cuando no van acompañados de transformaciones profundas, no producen rentabilidad emancipatoria alguna, no liberan a la gente ni mejoran nuestras vidas, simplemente dan trabajo a tipos que parecen haber nacido para remover susceptibilidades y hacer proliferar sentimientos victimistas.

En cuanto a la derecha… Verán, yo creo que no es insignificante la asociación entre la supuesta dictadura de la corrección política y el éxito de personajes como Trump, Bolsonaro o Milei. Yo no tengo ninguna duda con la ultraderecha: su objetivo es proteger los intereses de los privilegiados. No son los perfectos conservadores por racistas, machistas o por promover el acoso a los inmigrantes. Lo son porque tienen más claro que nadie que la misión del capitalismo no es democratizar y cohesionar las sociedades, sino hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Por eso a aquellos les bajan los impuestos, venden empresas públicas, se saltan todos los protocolos de emisión de gases o dinamitan las garantías de protección institucional para los débiles. Ahora bien, estos señores necesitan ser votados por mucha gente humilde. Por eso les interesa fomentar ciertas ideas que ya transitan por ejemplo entre la llamada basura blanca norteamericana. Infinidad de varones blancos divorciados que han perdido sus trabajos se sienten confortados cuando un macho alfa que se presenta a elecciones ridiculiza a las feministas, anuncia que va a acabar con las paguitas a los inmigrantes o acusa al supuesto lobby gay de acaparar poder y subvenciones. También mola que se vea con buenos ojos la prostitución o que se nos diga, no como los pelmazos ecologistas, que podemos contaminar sin problemas de conciencia porque lo del cambio climático es un fake”.

 

¿Genial, verdad? Montesinos abunda en que, él no tiene duda de ello, todo eso es una trampa y “los políticos ultras, que se presentan como representantes de la ciudadanía profunda, son el resultado de un gigantesco autoengaño de masas. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que ni las minorías raciales ni las mujeres ni los inmigrantes ni los ecologistas son los causantes de catástrofes como la precarización laboral y el empobrecimiento de las clases medias”.

Estoy con él:

 

“Esa es la grieta por donde la ultraderecha se hace fuerte y obtiene nichos de mercado electoral. Nunca estás más lejos de encontrar las llaves que cuando confías en ellos, pero donde están hay luz y las cosas están claras. Equivocadas e inmorales, sí, pero al menos están claras”.

 

Y en esta Guerra Cultural Mundial, en esta Primera Guerra Cultural Mundial, esa gente pareciera ir ganando.

Comentarios

  1. Agradecido por las palabras ..esa lectura me encantó ,me agrado ,no lo había leído y al hacerlo por primera vez ,ya en mi madures política y progresista 🤣..aunque me declaro de izquierda tradicional ...me gustaría más lecturas como está ..muchas gracasi ..por

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