Simon & Garfunkel


Decíamos Simón y Garfúnquel. Pero es Simon and Garfunkel, pronunciado como lo pronuncia cada angloparlante. Bueno, qué más da, el caso es que nos encantaba el disco de grandes éxitos de esos dos. Vaya par.

 

Hola oscuridad, mi vieja amiga,

vengo a hablar contigo otra vez.

Porque una visión deslizándose

lentamente dejó su semilla mientras yo dormía

Y la visión plantada en mi cerebro

aún permanece dentro de los sonidos del silencio.

[de la traducción de Elena Gabriel de la majestuosa primera maravilla de Simon & Garfunkel, escrita por Simon, The sound of silence, antes, y luego The sounds of silence, en plural: 1964-1965.]

 

Tenía yo 12 años cuando escuché su primera canción, que era… la última: My little town. Una de esas de ahora nos volvemos a juntar, aunque solo sea un poco. Era 1975.

Paul Simon y Art Garfunkel y muchas de las mejores canciones de la década de 1960, un dúo memorable que forma parte del Salón de la Fama del Rock and Roll desde el 18 de enero de 1990 (junto a, entre otros, The Who y The Kinks o los Four Tops y los Four Seasons). Uno de los dúos más importantes de la historia de la música pop, con permiso de, entre otros y sobre todo, su gran influencia primigenia, los Everly Brothers.

 

“Simon & Garfunkel fueron uno de los máximos exponentes del folk-rock. Su popularidad fue tal que llegaron a ocupar los tres primeros puestos de las listas con tres álbumes diferentes: Parsley, Sage, Rosemary and Thyme, la banda sonora de El graduado y Bookends. Desavenencias entre ellos precipitaron su separación en 1970, en la cumbre de su éxito tras haber publicado Bridge over troubled water, disco que ostentó el honor de ser el más vendido de la historia hasta que Thriller de Michael Jackson le arrebatara el título”.

José Luis Zapatero

 

¿Puede ser Bridge over troubled water la más hermosa canción de toda la historia de la música (pop)?



Suena el silencio y, de repente, como aguas turbulentas bajo un puente… soy una roca en mi pequeña ciudad (donde crecí creyendo que Dios nos vigilaba, siendo el hijo de mi padre soñando con la gloria), de vuelta a casa, cantándoles a Cecilia y a Emily, siempre que pueda encontrarlas, una melodía estadounidense y contándole al mundo todo esto, lo del cóndor por ejemplo, aquello del boxeador envejecido. (Señora Robinson, hasta siempre.)

[No, en el zoo Marta no tenía ningún marcapasos.]

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