Uno lee libros por diversas razones, para asombrarse es una de ellas. Lo que siguen son asombros provocados por los libros que leo.
El
sentido de la vida
“Somos criaturas creadas por la
aleatoriedad, sujetadas a un planeta en los suburbios de una galaxia, que a su
vez viaja disparado por una explosión inexplicable. ¿A qué aferrarse para creer
que todo esto tiene algún sentido? Algunos optan por creer en un relato primario
y confían en que un dios les resolverá el enigma tras la muerte. Otros son
igual de pragmáticos, aunque en el otro extremo: abrazan sin objeciones el
sinsentido, y hacen incluso del caos su forma de vida. Pero también existen
quienes, como yo, rara vez se atreven a apostarle a alguna certeza, y buscan en
la repetición de ciertas rutinas un punto de apoyo para que algo de
previsibilidad les otorgue la ilusión de que existe un sentido”.
Gustavo
Rodríguez: Mamita (novela), 2025
Graceland,
aquella canción de Paul Simon
“La canción
que tenía en mi conciencia era Graceland, la voz clara y como huidiza de
Paul Simon, su viaje a otro origen, a la mansión de lujo y desmesura triste de Elvis Presley. Dice Simon que ese nombre, Graceland, llegó a él
antes de que pensara en la canción, que fue como un conjuro, la indicación
depara el destino de un viaje que él no sabía aún que fuera a hacer: buscando
en ese largo viaje en coche hacia Memphis, en Graceland, un refugio contra los
desamparos y los desengaños de la vida, contra la pérdida del amor y el
entusiasmo; y un refugio que es también un regreso al origen, la música de
Elvis y toda la tradición de artistas negros de la que él procedía, un blanco
pobre del Sur, en los que se había inspirado, y que a través de él llegaron a
los adolescentes de la generación de Paul Simon, los que se contagiaron gracias
a ella de un espíritu de rebeldía y libertad, un deseo de horizontes más
amplios y una escapatoria de las estrecheces de la propia vida, en el caso de
Paul Simon la vida en un barrio de clase media y familias judías de Queens, en
el que le hubiera esperado un porvenir seguro y formal muy parecido al de sus
padres.
Es la
semilla cervantina de la emancipación a través de la huida: la de don Quijote,
la de Dorotea, la de todos los rebeldes y los inadaptados de la vida real y de
las novelas, los que quieren vivir como los héroes y las heroínas de los
libros, los y las que quieren irse de su familia, de su barrio, de su pueblo,
de su condición, los provincianos ambiciosos y quiméricos de Balzac, el Ishmael
de Melville, que cuando siente que es noviembre en su alma toma el camino hacia
el mar, la Caddy Compson de Faulkner, que cuando la encierran en su cuarto con
llave para evitar que deshonre el nombre de la familia se escapa por una
ventana bajando por las ramas de un árbol, la Arabella de Charlotte Lennox, que
en su The Female Quixote inventó una heroína enajenada no por los libros
de caballerías, sino por los romances sentimentales franceses, a los que quería
acomodar su propia vida tan fielmente como don Quijote a la de Amadís de Gaula.
El espíritu de Cervantes es una especie invasora que se adapta con flexibilidad
a cualquier clase de terreno y a cualquier clima”.
Antonio Muñoz Molina: El verano de Cervantes, 2025
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