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Federico Luppi: más que un símbolo


Considerado un símbolo del cine argentino, el fabuloso actor Federico Luppi intervino en más de cien películas o series de televisión. Como en 2003 se nacionalizó también español (tuvo desde entonces la doble nacionalidad), puedo matizar yo que también fue un símbolo del cine español. Más aún: un símbolo del cine.

Nacido el 23 de febrero de 1936 en la ciudad de Ramallo, perteneciente a la provincia de Buenos Aires, cuando falleció el 20 de octubre de 2017 en la ciudad de Buenos Aires, el cineasta mexicano Guillermo del Toro, que había debutado como director de largometrajes en 1993 en Cronos (protagonizada por Luppi) y que lo volvió a dirigir en El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006, ganadora de tres Oscar menores: Mejor fotografía, Mejor Dirección artística y Mejor Maquillaje), escribió en lo que por entonces era Twitter esto:

 

«Federico Luppi se ha ido. Nuestro Olivier, nuestro Day Lewis, nuestro genio, mi amigo querido. Hombre bueno y leal. Adiós, Federico».

 

Mis dos películas favoritas de Federico Luppi de entre las que he visto con él como actor son Martín (Hache), que en 1997 dirigiera el también argentino Adolfo Aristarain (de la que Oti Rodríguez Marchante escribiera en el diario español ABC que es “una película tensa, intensa y espectacularmente lúcida en la que Federico Luppi ejerce de nuevo aquí todo su magisterio interpretativo, Juan Diego Botto roza la perfección y Eusebio Poncela y Cecilia Roth acaban de componer el espléndido cuarteto de cuerda con el que Aristarain ata en corto su arriesgada empresa”); y Un lugar en el mundo, de 1992, también dirigida por Aristarain y en la que asimismo coincidía con la actriz Cecilia Roth, y en la cual estaba acompañado por otro maestro señero del arte de la interpretación: el español José Sacristán.

En 2005, Luppi dirigió una película, la única suya bajo su batuta absoluta, Pasos, no muy bien recibida por la crítica, de la que yo no guardaba recuerdo alguno hasta que decidí escribir sobre él.


“Federico está muerto, no sentí nada cuando me enteré, no quiero volver a hablar de él. Me arruinó la vida. No, una parte de mi vida: él era una estrella, se lo creyó y yo también me lo creí y me sometí. ¿Quién iba a dudar de él? A medida que su fama crecía, se ponía más desdichado, más insatisfecho, de una violencia brutal. Pero no quiero hablar de él, ya fue”.

Quien así hablaba en 2019, tres años antes de fallecer ella misma, es la actriz argentina Haydée Padilla, quien había acusado (no judicialmente) ya antes a Luppi de haberla golpeado en reiteradas ocasiones cuando vivían juntos como pareja, reconociéndose como víctima sistemática de lo que ahora conocemos como violencia de género.

“¿Sabés cuándo me separé de Haydée, yo? En 1978. ¿Y ahora habla de las palizas?”. Eso es lo que contestó Luppi en una ocasión cuando se le interpeló sobre las declaraciones que desde 2013 mantenía a este respecto Padilla.

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