En el primer centenario del nacimiento de Concepción Arenal, en enero 1920, la Diputación Provincial de Madrid publicó una recopilación de ideas de la pionera feminista española y luchadora por los derechos de los presos, aparecidas en distintas obras suyas, bajo el título de Pensamientos. Lo que sigue es una selección breve de algunos de los más interesantes (siendo todos, como son, de una altura reflexiva conmovedora). Nótese que cuando Arenal hablaba de el hombre se refería, como se ha solido referir todo el mundo hasta hace unas décadas, al conjunto de los varones y las mujeres. Hoy diríamos el ser humano por una cuestión razonable de corrección política.
Empecemos por la justicia.
“Si el sentimiento de
la justicia es siempre el mismo en todos tiempos y lugares, la idea de
la justicia varía mucho; y tanto, que un mismo hecho parece justo e injusto
según el siglo o el hombre que le juzga. El confundir el sentimiento con la
idea ha ocasionado, a veces, el descrédito de la justicia, suponiendo que no
existe porque se comprende de distinto modo. La virtud es fuerza; pero la
bondad es sensibilidad, y no hay que pretender que un pueblo sea virtuoso:
todo lo más a que puede aspirarse, es a que sea bueno. Todo lo que
endurece, desmoraliza; por eso es inmoral la guerra, la lidia de toros y el
patíbulo”.
(Como antitaurómaca (¿antitaurina?) impenitente,
Concepción Arenal escribe en otro de estos pensamientos que “En la
Plaza de Toros hay una fiera, sí; pero no es el toro, sino el público”.)
“Me
parece el ideal del progreso que toda acción buena se tenga por obligatoria,
que parezca mal todo bien que pudiendo deja de hacerse; y en fin, que se
confundan y nombren con una sola palabra la caridad y la justicia”.
Sigamos.
“Presumimos
de gigantes, contando por estatura propia el pedestal en que nos colocó la fortuna”.
“Del
ocioso se forma el vago, del vago el delincuente y del
delincuente el criminal”.
“El
mayor enemigo del bien es la impaciencia de hacerle”.
“¿Quién
hay que no sea justiciable de algunas de estas dos grandes faltas: hacer
verter lágrimas o no haberlas enjugado?”
“Sucede
con la instrucción algo parecido a lo que con la religión
acontece: son más los que la invocan que los que la practican”.
“La
educación del hombre empieza desde la cuna y concluye en el sepulcro”.
“Es
preciso que el pueblo discurra; no saldrá de la miseria mientras no salga de la
ignorancia”.
“Se
ha dicho: no hay salación fuera de la Iglesia. Nosotros decimos: no
hay salvación fuera de la ciencia”.
“El
que discurre con pocas ideas es fácilmente avasallado por una”.
“Hay
una fuerte propensión a condenar lo que no se comprende”.
Y las prisiones, claro.
“Si
el presidio tuviera dos puertas y me mandaran poner sobre ellas dos inscripciones,
escribiría sobre la una: Aquí vienen los que no quieren ser buenos;
y sobre la otra: Aquí vienen los que no saben.
“Las
reglas de la moral son aplicables en una prisión como la de la higiene en un
hospital, y por las mismas razones”.
El feminismo de Arenal, ya acabo, era tal que
así:
“Lo
primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independiente de su
estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene deberes que
cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo
que realizar e idea de que es una cosa seria, grave, la vida, y que si la toma
como juego, ella será indefectiblemente juguete”.
“Si
la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e
intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando
delinque? ¿Por qué para el derecho es mirada como inferior al hombre, y ante
el deber se la tiene por igual a él?”
“Día vendrá en que los hombres eminentes que hoy sostienen la incapacidad intelectual de la mujer, serán citados como prueba del tributo que a veces pagan a su época las grandes inteligencias, y se leerán sus escritos con el asombro y el desconsuelo que causa ver en los de Platón y Aristóteles la defensa de la esclavitud”.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.