A Mina Anna Maria Mazzini se la conoce en el mundo simplemente como Mina. Lo de simplemente es una manera de hablar. Porque esta cantante italiana y suiza es probablemente el artista más importante de la historia de la música pop italiana y sin duda la de mayor éxito. Una de las más grandes de las últimas siete décadas, capaz de vender una cantidad de elepés superior a los 150 millones. Ahí es nada.
La canción que más me conmueve de las muchas suyas que conozco es la impresionante Amor mio, cara A de un single publicado a comienzos del mes de mayo de 1971 (cuando ella tenía 31 años y yo ocho) e incluida en su vigésimo álbum, de finales de ese año, titulado simplemente Mina. Simplemente. (Así había llamado también al séptimo suyo, de 1964: Mina). En la cara B del sencillo Amor mio estaba otra canción que se incluiría en el elepé, Capirò (I'll be home), en la que Franca Evangelisti adaptaba al italiano la letra de I'll be home, una canción de Randy Newman llevada al éxito por Harry Nilsson.
Con los arreglos y dirección orquestal de Gian Piero
Reverberi y el trabajo como ingeniero de sonido de Nuccio Rinaldis, Amor mio
es una de las muchas canciones de Lucio Battisti (en realidad de Battisti y su
letrista más habitual, Mogol) que interpreta Mina a lo largo de su dilatada
carrera. De hecho, en Mina (donde escuchamos asimismo la versión de la
italiana del Something de Harrison para los Beatles) hay otra joya de
Battisti y Mogol, la también espléndida E penso a te.
Para que nos hagamos una idea, estamos hablando, estoy
hablando, del single número 107 de la carrera de Mina. Ciento siete.
Amor mio aparecerá en 1975 en la antología monográfica de doce canciones Mazzini canta Battisti, y desde entonces formará parte de todas sus principales colecciones relativas al artista, como Paradiso, que incluía los treinta y dos temas cantados por Mina a lo largo de su vida artística cuya música era obra de Lucio Battisti y fue publicado en 2018, entre ellos nueve versiones en español y una en francés.
La versión en español de Amor mio (titulada Amor
mío, como no podía ser de otra forma), grabada para los mercados
de habla hispana, apareció en 1972 en el elepé titulado precisamente Amor
mío: Mina canta en español (donde había otras cuatro versiones de las
canciones de Lucio Battisti). La adaptación a mi idioma de aquella inmensa joya
de soul blanco popero estaba firmada por C. Mapel, que era uno de los
seudónimos con que firmaba el compositor, arreglista y director de orquesta
español Augusto Algueró i Algueró (C. Mapel responde a la pronunciación de la
expresión francesa Je m'appelle), padre de otro Augusto Algueró (i
Dasca), mucho más conocido.
Quince días después de la muerte de Battisti, el 24 de
septiembre de 1998, Liberal publicaba la carta que Mina quiso
escribirle:
“Querido Lucio:
Esta es una carta que he
querido escribirte desde hace mucho, mucho tiempo. Cada vez que escuchaba una
de tus canciones, cada vez que alguien en la calle silbaba algo tuyo, quería
ponerme en contacto contigo, pero prefería respetar (imagínate si realmente no
tuviera que hacerlo...) tu deseo de que te dejen en paz. Y tal vez hice mal,
¿sabes? Porque ahora no sé cómo devolverte, al menos en parte, la alegría,
la ternura, la sensación de invencibilidad, la conciencia de hacer algo
perfecto que me dio cantar tus canciones. Eran como el mecanismo más
inexpugnable, como el arma más eficaz, como una armadura muy brillante, como
una segunda piel aún más ajustada que la primera. Fueron construidas con esa
aparente sencillez, con ese natural, delicioso y total humor cósmico,
que hace pensar en la fluidez de Puccini, en el precioso fluir de ciertas
canciones gospel. Todo ello, además, tan en la tradición de la canción italiana
que cantan los chicos mientras andan en bicicleta para repartir el pan, los
niños y todas las madres de Italia mientras preparan el almuerzo para sus seres
queridos.
Qué talento tan
extraordinario, qué don tan raro ser comprendido por todos y ser amado por
todos precisamente por ser lo que realmente eres. Fuiste el más grande en
realizar el milagro que nos hace a todos sentirnos hijos de la misma materia,
que nos hace cantar a todos juntos con lágrimas en los ojos.
En los últimos días he
tenido que presenciar algunas intervenciones desagradables y muchísimos
homenajes emotivos y sinceros. Sólo quiero recordar estos últimos. Quiero
recordar los ojos brillantes de los niños muy pequeños y de hombres y mujeres
incluso más que adultos. Quiero recordar cómo tus padres, Dios los bendiga, te
defendieron con la fuerza del amor de todos los medios de comunicación. Quiero
recordar esos ramos de flores, esas notas que te dejaron, pero también quiero intentar
devolverte un poquito de lo que nos diste a todos.
Sabes, tuve un sueño. Es
una locura. Junto con Moreno, un joven corista muy bueno que no conoces, pero
que te quiere al menos tanto como yo, habíamos decidido que si alguna vez
volvieras a dar un concierto, seríamos tu coro. Por el gran placer de estar
detrás de ti y cantar contigo cuáles son nuestros pedazos de vida más
perfectos, históricos, espléndidos y amados. Y, en nuestra locura, ya habíamos
pensado en el repertorio, en la formación de la orquesta, hasta en el vestuario.
Cada vez que nos reuníamos en la sala de grabación añadíamos algunos detalles a
nuestro proyecto. Todo era variable excepto la presencia de sólo dos coristas:
nosotros dos, precisamente.
No importa: sé lo que significa,
que la cosa sólo se pospone.
Tuya, Mina”.
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