El tercer largometraje del cineasta español Fernando Franco fue estrenado en 2022, su título: La consagración de la primavera. Sí, como aquella obra maestra musical del ruso Ígor Stravinski, 109 años anterior, que tiene una cierta aparición en la película y nos hace meditar en torno al porqué del título de ésta.
La consagración de la primavera es para el crítico cinematográfico de El Mundo Luis Martínez "una película tremenda, tremenda además de liberadora y, apurando y en su extremada sencillez, descomunal”. Estoy parcialmente de acuerdo con él, también, cuando escribe que es un film “con un sentido del humor tan esquinado como transparente que igual hace cosquillas que pincha. Y duele”. A mí no me dolió, pero sí, puede y quiere ser doloroso, porque transmite dolor.
Con una cabal duración de 110 minutos, ha sido escrito (muy bien) por el
propio Franco junto a Bego Aróstegui y fotografiado de una manera hermosa por Santiago
Racaj. Pero, sobre todo, asistimos en él a una interpretación descomunal de una
principiante con un futuro admirable, Valèria Sorolla, que cuenta con la
excelente réplica del actor Telmo Irureta (Premio Goya al Mejor actor
revelación), fenomenal en su interpretación de discapacitado (él lo es, padece,
como su personaje, parálisis cerebral), verdaderamente conmovedora. Conmovedores
los dos, mejor dicho. Emma Suárez también interviene en el film, y lo hace como
ella sabe, impecablemente.
Muy perturbadora es la cinta de Franco, sin duda, como escribiera sobre
ella Elsa Fernández-Santos en El País, que la considera asimismo "asombrosa”
y “magnífica”, también “muy valiente, depurada en sus interpretaciones y en su
forma, que se atreve con un tema cuya verdadera fuente de incomodidad no está
en lo evidente."
Luminosa es, pese a todo, la película de Fernando Franco, para Oti Rodríguez Marchante (crítico de ABC), que también la tiene por perturbadora:
“Hay amargura y oscuridad en
ella, pero prevalece la luminosidad”.
Delicado, expuesto con mesura y credibilidad, ternura y emoción: así es el
film, conmovedor en sus interpretaciones. No lo digo yo (aunque también lo
pienso), lo afirma en Cinemanía Javier Ocaña.
¿De qué va La consagración de la primavera? Básicamente, de "sexo y discapacidad” (Juan Sardá en El Cultural). De sexo y discapacidad, de un mundo que se abre y del asombro ante lo diferente: desde la mera perturbación hasta el arrobo ante el dolor y el entusiasmo.
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