Que viva el Rollo (cuando en España había un hombre que lo hacía todo)


Año 2022,
Edi Clavo publica Viva el Rollo¡ Una crónica de Rock & Rollo de la España de 1975. Clavo, uno de los integrantes de una de las mejores bandas de la Movida madrileña, Gabinete Caligari, autor ya curtido en los ensayos molones sobre la cultura ¿underground?, escribe un libro “que pretende iluminar aspectos de una época sombría, un interregno difuso entre el luto gubernativo y la juerga subterránea”. Un libro que nos presenta “un movimiento furtivo, latente y marginal”, toda “la agitación convulsa de una generación descatalogada, un batallón de inadaptados” que bebía de la música, el cine, los libros, las revistas y los tebeos, haciendo suyas “manifestaciones de importación, ajenas pero proteicas”, un movimiento en el que “el rock actúa como fundente”, en el que el rock es “la argamasa del Rollo, su leitmotiv”.

1975, noviembre, cerca de Boston: Dylan y Ginsberg son puro mundo contracultural, el énfasis del Rollo.

1975, noviembre, España: Franco muere y es enterrado.

 

Pero, en aquellos tiempos también en España había un tipo de gente que veía en los cines La naranja mecánica o Easy Rider, leía cómics como El Rrollo Enmascarado, a Nazario, Ceesepe, Pepichek…, también revistas como Ajo Blanco o Star, a escritores como Mariano Antolín Rato, a la Beat Generation… y Félix Francisco Casanova.

Gente que leía el semanario Disco Express (con Jordi Sierra i Fabra, Gonzalo García Pelayo, de aquella Garcíapelayo, del tirón, Jesús Ordovás, Erwin March, Diego A. Manrique), las revistas mensuales Popular 1 (dirigida por Sierra i Fabra y propiedad de Martín J Louis y Berta M. Yebra, con Julián Ruiz y Daniel D’Almeida) y Vibraciones (pilotado por Àngel Casas, con Claudi Montañá, Constantino Romero, Diego A. Manrique, Oriol Llopis…).

Llegamos a la radio en este recorrido vitriólico de Clavo. Programas señeros para la gente de lo que dio en llamarse el Rollo fueron Musicolandia, desde Radio Centro, con Vicente ‘Mariscal’ Romero al frente (¡Viva el Rollo! era su grito de guerra); o Para Vosotros Jóvenes, en Radio Nacional, con Carlos Tena y Gonzalo García Pelayo entre otros. Dos emisoras radiofónicas muy especiales en este ámbito del Rollo: Popular FM y Onda 2. En Popular FM, aglutinado todo ello por Gonzalo García Pelayo: Disco Grande, de Julio Ruiz, Ciclos, de Vicente Cagiao y Antonio Valdivia, Ozono, con Juan de Pablos, Acústica por favor, de Chema Martínez; y Toma Uno, de Manolo Fernández. En tanto que en Onda 2 (la FM de Radio España) el aglutinador fue Jorge de Antón: con Gonzalo Garrido y su Domino, Luis Mario Quintana y su Música dispersa, José Manuel Costa y Juan Carlos Olea con Hora libre. Todos estos programas, todos estos conductores musicales, actuando en la mismísima antesala de la Nueva Ola madrileña, es decir, de la Movida.

En cuanto a la televisión de aquellas fechas, Clavo hace desfilar por las páginas de su meticuloso ensayo a Mundo Pop, con Gonzalo García Pelayo y Moncho Alpuente; Beat Club, presentado sucesivamente por el ínclito García Pelayo y Ramón Trecet; Ahora, presentado por Lluís Crous y dirigido por Sergio Schaaff; y Musical Pop, presentado por Trecet.

Sí, Gonzalo Garcíapelayo estaba por todas partes. Y aún le quedan apariciones. Sigo.

 

Conviene tener presente que este libro está escrito para resaltar y poner en un pequeño lugar elevado a una música, a una cultura juvenil y no tan juvenil, la del Rollo, que tenía a Camilo Sesto por un hortera y a su música por una horterada: si lo sabré yo, que a mis doce o trece años tuve que convencerme de ello a medida que me encantaba con Asfalto, con Triana o con Pink Floyd.

[…]


Los artistas (musicales) más reivindicados y seguidos por las huestes pasotas del Rock y Rollo eran en 1975 Lou Reed (y su gran con toque siniestro, agreste, porque Reed “rubricaba con su puesta en escena el acta de defunción de la década prodigiosa”, era sin duda “el artista que ostentaba con preminencia el centro del admiración”), Frank Zappa (“un icono contracultural cuya música y cuya pose rimaban con la actitud pasota y ácrata de cientos de enrollados españoles que le veían como la síntesis perfecta de una actitud vital cercana a la libertad absoluta”), Led Zeppelin (“el grupo de rock más apabullante de los primeros años setenta”), King Crimson (“y su paseo cósmico”, para Edi Clavo “grupo primordial)… y, por supuesto, los Rolling Stones. “Pero si hubo un elepé espacial (y especial) de éxito rotundo ese no fue otro que
Wish you were here, de Pink Floyd, “el grupo de rock cósmico más renombrado y catalizador de las psicodelias pasadas, presentes y futuras”.

“Y en eso llegó Bruce Springsteen”… El autor de Viva el Rollo¡… es capaz de escribir que “en 1975 el rock and roll estaba muerto. Agonizaba desde que se estrelló Buddy Holly” (sic y resic). Springsteen, con su álbum Born to run, “traía honestidad, talento y autenticidad”. Por su parte, David Bowie “encarnaba la decadencia más lustrosa, pero era aquí y ahora sencillamente un hortera más” (sic again).

[…]

A la última fase de la dictadura del general Francisco Franco los historiadores la solemos llamar tardofranquismo, un término que el baterista de Gabinete Caligari (y uno de los fundadores del grupo Malevaje) usa a la perfección en su libro. En aquellos tiempos, desde 1973, no digamos ya en 1975, que es el año en el que muere el dictador, el régimen franquista “era incapaz de reprimir la modernidad”.

El movimiento subcultural conocido como el Rollo “está emparentado directamente con una suerte de pasotismo social de aspiración tardojipiosa en la España de los años 70. El pasota, así, no viene a representar un ente crítico en sus manifestaciones formales, sino más bien un elemento paródico de esta sociedad de la que se ríe y pasa”. El Rollo “encontró su ración de hedonismo complaciente en la santísima trinidad del goce prohibido”: sexo, drogas y rock and roll.

Las tres ciudades claves en todo esto fueron Sevilla, Barcelona y Madrid.

Sevilla, con el grupo “Smash como catalizador esencial de un precario ecosistema”, y “con el prócer de la modernidad que ya era desde finales de los 60 Garcíapelayo”.

Barcelona, con el colectivo seminal llamado Grup de Folk (Maria del Mar Bonet, Jaume Sisa y Pau Riba).

Madrid (“una ciudad embalsamada, un erial sin discurso”) tenía en el Mariscal Romero al “artífice primordial de un grito de guerra genérico y desde entonces imperecedero; ¡Viva el Rollo! Vicente Romero, “activista, agitador y promotor in pectore”. Madrid, donde M&M era “la sala de referencia”.

“El punto de partida espacio temporal del nuevo rock español” tuvo lugar en 1975 en dos festivales al aire libre: las 15 Horas de Música Pop Ciudad de Burgos 1975 (las de “la invasión de la cochambre”, a decir de un periódico local, organizadas por José Luis Fernández de Córdoba junto a los García Pelayo, Gonzalo y su hermano Javier, con Storm, Granada, Eduardo Bort, Triana, Iceberg, Bloque, Eva Rock, Alcatraz, Companyia Elèctrica Dharma, Gualberto, Orquestra Mirasol, Burning…), que tuvo lugar los días 5 y 6 de julio de aquel año 75; y el Canet Rock, de los días 26 y 27 de julio, en la localidad barcelonesa de Canet de Mar (organizado por los responsables de la sala Zeleste -Víctor Jou y Rafael Moll- y por la empresa de La Trinca, con Iceberg, Companyia Elèctrica Dharma, Gualberto y Orquestra Mirasol repitiendo tras lo de Burgos, además de Pau Riba, Jordi Sabatés, Maria del Mar Bonet, Barcelona Traction, Orquestra Plateria, Molina, es decir Lole y Manuel: esta vez sí con una respuesta masiva de asistentes 25000 personas, no como el fiasquillo burgalés.

Edi Clavo detiene su morrocotudo análisis en el momento en que estaba a punto de salir el sol, como en la canción catalana de Sisa (o como en la de Nacha Pop de unos años después. Pocos).



Este texto pertenece a mi artículo ‘¡1975, preparados, listos… Ya! El Rollo según Edi Clavo’, publicado el 29 de diciembre de 2022 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.

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