The Beatles: SIEMPRE Get back


No quería verlo, me parecía una bobada perder el tiempo contemplando a los Beatles hablando entre ellos durante horas. Eso creía yo que era la magnífica serie documental The Beatles: Get back. Menos mal que, finalmente, la insistencia de muchos amigos en las redes sociales y las críticas fabulosas escritas por gente a quien admiro me convencieron de disfrutarlo. Gracias a todos por la contumacia con la que me avasallasteis. Para bien.

Estrenado en 2021, este documental dirigido y producido por el afamado cineasta neozelandés Peter Jackson (que invirtió cuatro años en depurar esta obra maestra), es, a decir de él mismo: "un documental sobre un documental". Sus casi ocho horas de duración (468 minutos, para ser exactos, repartidos en tres episodios) son un pequeño prodigio que yo únicamente recomendaría ver y escuchar a quienes amen a los Beatles. Quizás bastante. Vaya por delante. Un prodigio que únicamente (¿únicamente?) muestra a cuatro de los más grandes artistas de los últimos siglos haciendo lo que mejor sabían hacer: música. Música pop.


¿Qué es lo que vemos en The Beatles: Get back? Vemos parte de la grabación del penúltimo álbum de The Beatles, el que se titularía finalmente Let it be (que se publicaría en mayo de 1970), más exactamente la realización final (incluyendo una asombrosa restauración de la calidad de aquello) que hizo Jackson recientemente con todo el material sonoro y visual que se había grabado (en los primeros días de 1969, entre el día 2 y el 30 de enero), bajo la dirección de Michael Lindsay-Hogg, para un documental que pretendía registrar todo el proceso preparativo de un show que los genios de Liverpool finalmente nunca llevaron a cabo: un documental de 81 minutos estrenado en 1970 a la sombra del elepé de igual título, Leti t be. Digamos que The Beatles: Get back sería el complemento de aquel Leti t be (al menos eso afirma el propio Peter Jackson). 


Son los 21 días de ensayos (todos ellos en Londres: primero en los estudios cinematográficos Twickenham y finalmente en los estudios del propio sello discográfico de la banda, Apple, fundado en 1968) para un disco y un proyecto cinematográfico que incluiría probablemente un concierto (después de haber transcurrido más de tres años del último suyo, en agosto de 1966 en la estadounidense San Francisco). Y ahora va el spoiler: no hubo concierto, bueno sí, los 42 minutos de la mítica actuación del cuarteto (acompañado por el pianista Billy Preston) el mediodía del 30 del mes de enero de aquel 1969 en la azotea de los estudios de Apple, en la calle Savile Row.


Y eso es lo que vemos y escuchamos en The Beatles: Get back: a John, Paul, George y Ringo ensayando, trabajando, discutiendo, haciendo música, componiéndola… Todo ante nuestros oídos y ojos extasiados ante el prodigio de aquella magia que no fue capaz de cambiar el mundo. Del todo.

Demasiado tiempo para algunos es el que gasta el metraje de este documental. Es una opinión bastante comprensible. Pero estamos ante el lúdico proceso creativo de The Beatles. Y si uno contrapesa, mide ambas cosas (y ama a los Beatles, y sobre todo a sus canciones), lo que acaba ganando es la historia que se nos cuenta. Que es la historia que vemos. La que escuchamos.

Asistimos a una tensión creativa, pero no al desmoronamiento del grupo de pop más grande que vieron las décadas. Jackson se sintió fascinado cuando comenzó a ver aquellas larguísimas horas de metraje (sesenta horas de filmación y más de 150 horas de audio): especialmente cuando comprobó que lo que allí había era el espíritu de unos músicos en plena ebullición. No los restos de una banda compuesta por tipos que se desprecian. En modo alguno. Algo que los mismísimos Paul McCartney y Ringo Starr, los únicos supervivientes del grupo, han sabido apreciar y constatar. De hecho, ambos, junto con las viudas de los otros dos miembros de los Beatles, Yoko Ono (de John Lennon) y Olivia Harrison (de George), junto al hijo de George Martin (su productor), Giles Martin, participaron en la docuserie como asesores y co productores.

Por expreso deseo de Peter Jackson, The Beatles: Get back no utiliza nada de lo que apareció en el Let it be de Lindsay-Hogg, si acaso planos distintos, tomas diferentes capturadas desde otros ángulos de escenas a veces coincidentes.

En cualquier caso, The Beatles: Get back es una catarata de emociones para todos aquellos que hemos considerado que los Beatles fueron, junto a nuestra infancia, nuestra auténtica patria

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