ESCRIBE José María Shandy Coetzee en su espléndido muro de Facebook…
LA MIRADA DEL ADOLESCENTE (y Fellini resucitado)
La mirada curiosa, la mirada perpleja, la mirada del
amor, la mirada anhelante, la mirada melancólica, la mirada inocente... El adolescente
ve y mira la vida que le rodea, su vida, y vive plenamente sin saber hacia
dónde se dirige.
Sin paliativos, Paolo Sorrentino nos hace
participar con Fue la mano de Dios en lo que fue su vida en los años ochenta, en lo que
fue y es Nápoles, en lo que fue y es el cine.
En la primera parte de la película no esconde su deuda
con el cine de Fellini, lo homenajea con una gracia y una sensibilidad que el
espectador no puede dejar de agradecer. Hay momentos e imágenes únicos que se
recordarán para siempre.
Más adelante en la fluida narración la película se
desliza desde el humor a la tristeza con la misma naturalidad y exacerbación
con que se suceden los sentimientos de un adolescente.
Asistimos asombrados, gozosos y tristes al crecimiento
necesario de aquellos años del chico que, como la película muestra y demuestra,
serán capitales en su vida futura.
Conocí el cine de Sorrentino gracias a la magnífica La
gran belleza. La dimensión narrativa, humana y cinematográfica de esta película
la convierten, sin ironía, en la gran belleza fílmica de este año.
A lo que yo comento:
Es como el Everest: nunca subiré a él.
La conversación entre él y yo acaba de comenzar. Es el día 22 de diciembre
del año 2021, el Segundo Año de la Gran Pandemia.
José María Shandy Coetzee me replica:
Seguro que merece la pena hacerlo, amigo José Luis, como esta película.
Muchas gracias y un abrazo.
A lo que yo expongo:
Yo la he visto. Que conste. Por eso digo lo que digo. (Y le pongo a su
alcance mi crítica de esa película.)
Él me contradice:
Contra gustos… Pero te equivocas en cuanto a la emoción y el valor
cinematográfico que ofrece.
Y yo:
Lo de los gustos lo admito: lo que ofrece está en la discusión. Si lo que
ofrece no me llega es que soy idiota. Prefiero considerar que no ofrece lo que
muchos decís que ofrece. Esa es la cuestión. Ver cosas distintas, nada de
gustos.
José María Shandy Coetzee me replica entonces:
Ver cosas distintas forma parte del gusto, amigo José Luis.
Pero yo, ya me conoces, no me callo:
Hay algo en quien cuenta que va más allá de quien recibe. Quien recibe
tiene un gusto, el que cuenta tiene un arte. Y no siempre es el gusto el que
'falla'. Si no, lo que ocurre es una cuestión de MAL gusto,
el mío, y BUEN gusto, el tuyo.
Tampoco Shandy Coetzee:
Eso no es así. Yo puedo tener el buen gusto de que no me guste Maradona y
no dejar de reconocer que fue un gran futbolista.
Creía haberle puesto punto final al debate con esto que sigue:
Ves, ahí le has dado. Yo sé que Sorrentino es un gran cineasta. Porque te
gusta a ti.
No estoy seguro de tener razón siempre. Debatir con
interlocutores como José María Shandy Coetzee da gusto. (José María Shandy
Coetzee es Alfonso Blanco Martín)
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