Entre el tal Sorrentino y yo debe haber algo. Kilómetros y años luz. Sin actores no se pueden hacer películas, y su protagonista, su alter ego, es en su film de 2021 un chaval sin dotes actorales, sin gracia ni desparpajo ni arte algunos. Acabo de ver su película recién estrenada, Fue la mano de Dios (cuyo título original es È stata la mano di Dio, en italiano, claro), de más de dos horas de duración (diez minutos más, que no es poco), escrita y dirigida por él. Y mira que he puesto de mi parte.
¿Os he hablado de La gran belleza y lo que me impactó? Mejor me lo
callo.
Fotografiada por Daria D'Antonio, esta peli, Fue la mano de Dios, con Maradona como protagonista oculto (y mal empleado como personaje deseado), está lamentable protagonizada, ya digo, por Filippo Scotti, acompañado a duras penas por Toni Servillo, Luisa Ranieri, así como por (la única verdadera actriz) Teresa Saponangelo y Marlon Joubert, Lino Musella, Renato Carpentieri, Sofya Gershevich, Enzo Decaro… En fin, actores que me imagino que hacen lo que pueden (que es muy poco).
¿Qué pretende Sorrentino y qué he visto yo? El Día y la Noche. Él el Día luminoso de una experiencia iniciática sublime, dolorosa y futura; y yo la Noche oscura de una película imbécil aunque con pretensiones y algunos momentos de verdadero cine (que para eso está rodada por un cineasta con el mundo moloncete a sus pies). Como tendrá miles de amantes embelesados en una estética y una forma de contar memorables (vaya si los tiene, si lo sabré yo: ¿verdad, Marga?), lo mejor es que tú misma, tú mismo, hagas el esfuerzo de nadar en su anonadado homenaje personalísima a su Nápoles natal. Que lo disfrutes (si puedes).
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