Uno de mis álbumes de fotos en Facebook se llama Reflexiones irreflexivas, estas son algunas de las más recientes. No, no son gran cosa.
[Finales de junio: la mascarilla
deja de ser obligatoria al aire libre con distancia de seguridad] Me resulta
absolutamente incomprensible que un porcentaje altísimo de personas sigan
usando la mascarilla, incluso en espacios amplios y con bastante distancia
de seguridad (‘Que no me quito la mascarilla porque no me da la gana’, parece
decir todo pichichi). Es como si la gente lo tuviera muy claro: hasta que no
haya ningún contagio hay quienes han decidido no quitarse el tapabocas. Como
siempre, seguro que hay una explicación a la contumacia popular. Todo tiene su
tiempo, su momento, y su duración: yo no es que me estuviera poniendo la mascarilla
por miedo, sino por precaución y respeto civil. Ahora no es necesaria. Estaba
deseando que la mascarilla no fuera obligatoria, y no pienso ponérmela salvo
donde sea obligatoria, porque quienes obligan y permiten saben más que yo.
BAMBISMO EN ESTADO
PURO
[Finales de junio: La ‘ley trans’
llega al Consejo de Ministros en medio del Orgullo y permite desde los 14 años
cambiar sexo y nombre en el DNI tras un plazo de tres meses] España será el
único país del mundo que reconozca la mayoría de edad a los 14 años. Luego
dicen que esto es fácil.
Los historiadores
lo sabemos muy bien... A los humanos nos sobran los motivos.
Vamos sobrados de ellos. Explicarlos no es justificarlos, explicarlos bien es
hacerlos comprensibles. Hasta los chiflados tienen sus motivos propios. Y
extraños.
La Historia explica el poso,
el peso y el paso del pasado.
Converso en el grupo de Facebook
‘Anatomía de la Historia’ con mi amigo el historiador Miguel García del Río
tras mi provocativa pregunta en el mismo ‘¿SE PUEDE ser historiador y no ser
ANTIFASCISTA?’
García del Río nos dice:
La
pregunta tiene su miga... Creo que un historiador digno de tal nombre acaba
siendo antitotalitario si lo que busca con su oficio es la verdad y comprensión
de los hechos pasados, y no la justificación ideológica de los mismos.
Y yo, totalmente de acuerdo con él,
apostillo:
Hay un ineludible componente civil en esa
profesión, en el ejercicio de esa disciplina, que convierte en simples
cómplices a quienes se esfuerzan en 'comprender demasiado' el horror que es
casi siempre el pasado y acaban por justificarlo. Un historiador comprende para
explicarlo, el pasado, no para hacerlo suyo y reírle las gracias.
“Hoy hay individuos y movimientos que
se autodenominan antifascistas para legitimarse cuando insultan en redes
sociales, tiran estatuas, hacen pintadas (¡incluso contra seres mitológicos!) o
queman containers para protestar contra la libertad de expresión de
quien no piensa como ellos (¡sic!). Por mí, como si se llaman ultradadaístas
o neoaustralopithecus: sé lo que son y lo que no son”.
QUÉ POCO SOCIALES SON LOS GOBIERNOS DE
IZQUIERDAS
Vengo notando en la gente de derechas
una mayor beligerancia contra la escasa capacidad de gobernar a favor de los más
desfavorecidos que la que cabría esperar en la gente de izquierdas. Más en
quienes no quieren que existan esas medidas que en quienes deberían partirse el
alma por ellas. Da que pensar.
¿No tienes la sensación de que los
medios culturales españoles se están llenado de gente de derechas
diciéndoles a las personas de izquierdas cómo tienen que ser, qué han de
decir, de qué manera han de actuar?
¿Vivimos en una sociedad que
desarrolla una fobia especial al DOLOR o por el contrario vivimos en un
mundo en el que el DOLOR es el eje fundamental de la dignidad?
Creímos que nuestros hijos iban a
poder vivir (bien) tan sólo con que nos preocupáramos de que fueran buenas
personas. NOS EQUIVOCAMOS.
¿Debe enseñarse en las escuelas una parte notable del conocimiento humano o debe enseñarse en ellas qué hacer con él y dónde encontrarlo?
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