De regreso a Marte


En 2021, el segundo año de la Gran Pandemia, los humanos regresamos a Marte. Estos poemas pretenden decir algunas palabras que la realidad se empeña en esconderle a nuestros sueños. Algo de vida debería haber en Marte…

 

Pensando en la vida en Marte

Estabas leyendo un poema de un poeta probablemente muerto,

y de aquellos versos se podía decir cualquier cosa, incluso algo ardiente,

algo frenético, emotivo, efímero, suplicante, algo hermoso, tenue, distante,

leías a un poeta de poemas poéticos, no a uno de poemas prosaicos,

lo leías bajo la luz de las estrellas, pensando en la vida en Marte

y en la muerte en vida,

lo leías con la salud quebrada en su sangre enferma,

lo leías al borde de un mañana indispensable, onírico y manso,

leías palabras de baile posadas sobre un salón de sueños brillantes,

de espejos brillantes, de miradas brillantes, de huidas brillantes,

palabras encendidas a la manera de los ritos hipnóticos de alguna tribu,

palabras lúgubres cuando se disipan sobre patrias rotas, inútiles,

palabras de esperanza si son leídas como tú las lees ahora,

en este instante en el que te fundes con tu alma,

en este en el que rezas a todos tus dioses para que ELLA siga siendo ELLA,

para que ELLA te diga al oído todos los días de tu vida

“he navegado la Tierra para tenerte en mis noches”.

 

 

Un robot posado sobre Marte

El Banco de España mantiene el crecimiento

pero alerta de la subida de precios

por el petróleo.

La Selección española de Fútbol afronta su estreno

en el Mundial ante Portugal

en una situación extrema.

La caída de Màxim Huerta

se fraguó al amanecer.

Una tormenta del tamaño de dos Rusias

amenaza al robot que más tiempo lleva sobre Marte.

Bancos, ministros, futbolistas, Rusias y robots respiran

por su propia herida,

según las sonrisas resbalen de las estatuas

o vayan a dar a los ríos que no conocen mar alguno.

La poesía se muestra asombrosa

en las palabras periódicas de los periodistas,

involuntariamente,

ignorando su estrépito de esperanza

y resplandor.

 

 

Preparados para vivir en Marte

Salvaje es el viento y de las cenizas

sólo podemos esperar cenizas,

una pequeña maravilla refulge de entre todos

aquellos años dorados,

los de ser rebelde, rebelde,

los de ser unos auténticos principiantes,

los de permanecer en cada transformación.

Todas aquellas dudas juveniles

entre cada una de las estaciones

hacia la fama o hacia ese ser una estrella,

un ser humano sideral que vendiera el universo

bajo la mayor presión de todos los tiempos.

Bailemos como Ziggy Stardust

aunque tengamos miedo de los americanos

que eligen a Trump y la ira

porque sabremos ser héroes

preparados para vivir en Marte.

 

Las canciones y los bailes de Marte

Bienvenida a los bailes de Marte:

esta noche es la noche.

 

 

Cuando despertó, seguía durmiendo

y las canciones de Marte

se escuchaban en Belchite.

La vida era despiadada, fluorescente,

tan inquietante como él la recordaba.

Nada de la eternidad le esperaba,

únicamente las manos de ella,

el calor de sus dedos,

la suavidad de su flor.

Cuando despertó, el sueño le miraba.

Un sueño antiguo, anterior al futuro

que se desvanecía en las sombras.

Y los bailes sobre el cadáver español

le salpicaban de ginebra. Una ginebra

eléctrica, de un azul hermoso,

aunque el terror juvenil desamparaba

como un leopardo.

Gracias a Dios, seguía enamorado

de aquella piel.

Nada (malo) podría pasarle, pensaba,

porque en el interior de la vigilia

sabría morirse sobre aquel sutil siempre.


A Bowie todo esto ya no le va a importar.

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