Aceptar el dolor: Wind River o la excelencia cinematográfica


Wind River
es una espléndida película estadounidense de 2017 que no llega a las dos horas de duración, escrita y dirigida por Taylor Sheridan (también guionista de la brillantísima Comanchería) que se alzó en el Festival de Cannes de aquel año con el premio al Mejor Director.

Como en Comanchería, la música corre a cargo de Nick Cave y Warren Ellis. La magnífica fotografía es obra de Ben Richardson.

Y el brillante reparto está encabezado por un inconmensurable Jeremy Renner, muy bien acompañado especialmente por Elizabeth Olsen, Graham Greene y Gil Birmingham.

Leo en Filmaffinity al crítico cinematográfico del argentino Clarín, Pablo O. Scholz, que para él "el filme va sumando apuntes, tensión, y cuando todo parece que va a estallar, bueno, estalla”. Pero es un estallido que deja sobre nosotros una estela de ternura endurecida por la triste realidad del mal siempre acechante. La desolación de un ámbito terrible en el que amar, ser amado, perder, morir, elegir entre la humanidad que preserva y ampara y aquella otra que hiere y tala.

En Facebook, le leo poco después de verla yo en Filmin a Milo J. Krmpotić (que le da a Wind River un 8 sobre 10 como puntuación) esta maravilla con la que estoy tan de acuerdo:

 


“Más allá de su seductor carácter de "neo-Western noir", etiqueta que no le quita nadie, y de la ironía de encontrarse a Harvey Weinstein produciendo una denuncia del gran número de violaciones y asesinatos que sufren las nativas norteamericanas, Wind River es un film sobre el dolor como nexo de unión entre los vivos, pero también entre esos vivos y sus muertos. 

Sheridan (el jefe de policía de Sons of Anarchy) dirige con pulso notable y emotivo (reconocido nada más y nada menos que en Cannes), y logra escapar a la postalita en su retrato de las áridas extensiones nevadas de Wyoming y de las áridas gentes que las pueblan, pero se le va un poquito la mano en algún que otro diálogo demasiado recargado y en alguna que otra situación en exceso forzada. 

Por su parte, Jeremy Renner firma la interpretación de su vida, ofrece un festival de matices luctuosos y logra que las relaciones entre su personaje y la agente del FBI, el padre de la muchacha fallecida y el jefe de policía de la reserva nos remitan a los grandes clásicos del género: Ford, Hawks, Peckinpah, etc.”

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