La España a la Intemperie (Benito Zambrano cinematografía a Jesús Carrasco)
La película española Intemperie,
estrenada en 2019, de unos suficientes cien minutos de duración, está dirigida
por Benito Zambrano, co autor asimismo, junto a Pablo Remón y Daniel
Remón, del guion, una adaptación cinematográfica de la novela homónima
escrita por Jesús Carrasco, publicada seis años antes, que les mereció
ganar el Premio Goya al Mejor Guion Adaptado.
Con la desoladoramente hermosa fotografía
de Pau Esteve Birba, Intemperie, que transcurre durante los años del hambre español, me pareció una versión
intraespañola de Capitanes intrépidos en la que el niño, en lugar de venir
del lujo y el desprecio, viene de la pobreza y el miedo y el odio. Y sobre el
odio trata esta buena película, comedidamente artística y decepcionante en sus
tramos de acción violenta, pacatos, creo que torpes, lo peor de ella.
Sus cinco principales actores
componen unos personajes de una pieza, desde el héroe hasta el diablo: Luis
Tosar (el héroe), Luis Callejo (el diablo), Vicente Romero, Manolo Caro y el
niño Jaime López (tan sorprendente) sostienen con brío y maneras de arte
una película extremadamente cruda, demasiado atizada por la desgracia, de la
que algún crítico fue capaz de escribir que, en
ella, “Zambrano muestra un sentido del ridículo en ocasiones muy
atrofiado, pero la película se sigue con la facilidad (no necesariamente
interés) con la que el cuerpo ejecuta actos reflejos” (Víctor Esquirol para FilmAffinity).
Básicamente, estoy más de
acuerdo con Javier Ocaña, que escribiera en El País que "Zambrano
se luce con la dirección de intérpretes”, que la película, “con apuntes de género,
de wéstern, de thriller, de road movie, es cruda y áspera, y solo
se desdibuja un tanto en su parte final."
Tampoco estoy en contra de lo
que dijera en El Mundo Luis Martínez, aquello de que "por la
claridad y sutileza del planteamiento, se antoja innecesaria la torpeza en
el dibujo grueso de algunos personajes que lastran buena parte de los
muchos logros de esta tragedia cegadora e insomne”.
Para
finalizar, sobre el autor de la novela que motiva Intemperie, diré que
llegué a él, a Jesús Carrasco, en 2016 con su segunda novela, La tierra
que pisamos, y de mi lectura escribí esto por entonces:
Uno lee con ganas una obra de
la que desconoce todo y se sumerge con ánimo en las palabras de otro esperando
encontrar la literatura y uno se da cuenta de que hay que ir siempre con todo a
todas partes, a los libros por ejemplo, y uno acaba la lectura de una novela
singular convencido de que para otra ocasión habrá de dejarse llevar y no
querer ser el chico en el baile ni el editor que no ha de ser jamás leyendo los
libros de otros. Otra
vez será. El autor lo merece, mi crédito y como siempre mi respeto. Pero uno
habría agradecido menos dislocaciones espacio temporales y menos poesía a pie
de campo, e incluso menos literatura por encima de la vida, más sensibilidad y
menos sentido, más aldecoa y menos benet, más deseo y menos memoria, más
vértigo y menos tripas.
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