Ya está otra vez Javier Cercas contándonos en un libro cómo lo escribió. Y menos mal. Porque en eso el escritor español, autor de dos obras cumbre de la literatura reciente, como son Soldados de Salamina y Anatomía de un instante, es un redomado artista, un literato intelectual de tomo y lomo, accesible y convincente, respetuoso y muy amigo profesionalmente de la disciplina que los historiadores empleamos para comprender el pasado y así distinguirlo del presente.
Cómo lo escribió... Y blanqueando a alguien o algo. Que esa es otra. En este caso al papa Francisco. Estoy hablando de su libro de 2025 El loco de Dios en el fin del mundo, donde blanquear no se blanquea a nadie, porque lo que hace Cercas cuando escribe no es precisamente blanquear, es acercar lentamente un foco en modo alguno arbitrario, si bien no del todo objetivo (eso es imposible), nada ingenuo, hasta el objeto de sus deseos literarios. Y eso, eso también lo borda. ¿Cómo? A base de literatura, ¿con qué si no? Enfoca y explica cómo lo hace. Puro Cercas.
Lo comencé con ganas, el libro, avanzaba
por él maravillado uanmortaim con la
literatura de Cercas, pero ya, llegando a su mitad, notaba el cansancio, no de
esa literatura, sino de su asunto, y a la resurrección de la carne (que, lo
digo ya, está en el meollo de todo él, de todo el libro) cada vez la veía más
como una triquiñuela para acompañar a un gran escritor en un viaje en el que no
se me había perdido nada. Lo leí completo, por supuesto. Aunque me decía a mí
mismo salvo que el que acabe loco sea yo
y no ellos, no el papa y Javier Cercas, que ya lo estaban, que ya lo están.
El caso es que cuando iba por algo
más de la mitad del libro (tiene páginas, muchas, el libro), me repetía: para
acabarlo te está haciendo falta el superpoder ese que sale en este libro. En
este caso, lo que le salva, al libro de Cercas, es la fe, MI FE, en la literatura.
Al fin y al cabo, Cercas tiene razón
cuando escribe eso de que “no somos
nosotros quienes leemos los libros sino los libros quienes nos leen a nosotros”.
Hay muy pocos libros que me hayan
hecho soltar lágrimas auténticas al finalizar de leerlos: El loco de Dios en el fin del mundo es uno de ellos. Otro es, por
ejemplo, La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, quien
acababa de morir precisamente días antes de que yo acabara esta lectura. Vargas
Llosa, por cierto, escribió en una ocasión de Cercas que es “uno de los mejores
escritores de nuestra lengua”. Y eso, dicho por uno de los mejores escritores
de nuestra lengua, es mucho decir.
[...]
Así se abre el libro, que va ni más
ni menos que de eso: de un loco sin Dios, Javier Cercas, persiguiendo al
loco de Dios, el papa Francisco (ese cristiano llamado Jorge Bergoglio, “un
argentino modesto”) hasta el fin del mundo, Mongolia. Un libro que es fruto del
encargo personalizado que la Librería Editrice Vaticana, la editorial del
Vaticano, le hizo a Cercas para que escribiera un libro sobre el viaje papal a
Mongolia que tendría lugar, y tuvo, en septiembre de 2023. El acicate que le
evidenciaron fue que “sería la primera vez que alguien escribe un libro así,
sobre un viaje del papa. La primera vez que el Vaticano le abre sus puertas a
un escritor, para que hable con quien quiera y pregunte lo que quiera”. Sabían
que él no era creyente, y esa fue la razón de que le propusieran el libro.
[...]
El libro es un viaje, un viaje no
solamente a Mongolia, que también, sino hacia el secreto del papa Francisco,
hacia el secreto de la religión que profesan los católicos. Menudo viaje.
Menudo libro.
Hablaba al principio del blanqueador
Cercas. Pues bien, el propio escritor le dedica unas palabras a esa ¿fama?
suya. Estas palabras:
“¿Soy un
blanqueador inveterado? ¿Es solo una tara personal o los novelistas nos
dedicamos básicamente a blanquear? ¿Para eso sirven después de todo las
novelas?
La
literatura es un instrumento de conocimiento: sirve para comprender.
Comprenderlo todo es perdonarlo todo, dice un dicho francés. Falso.
Comprender no es justificar: es darse los instrumentos para no cometer los
mismos errores. A eso nos dedicamos los novelistas; por eso, contra lo que
predica la superstición literaria más extendida de nuestro tiempo, la literatura
es útil”.
Y ahí acierta, como suele, y observa
algo que yo repito mucho: COMPRENDER NO ES JUSTIFICAR. Él escribió finalmente
el libro para comprender a la Iglesia
católica, “esa amalgama inextricable de maldades y bondades, de crímenes y
santidad”. Para comprenderla y, añado yo, explicárnosla a sus lectores.
Lo que Javier supo de Francisco antes
de conocerle era que se trata de alguien astuto con “un temperamento robusto y
pragmático, apenas inclinado a la especulación abstracta y reacio a las
ideologías”, que sabe esquivar la confrontación, “aunque, si la considera
necesaria, ni se calla ni la rehúye”, un humano con carisma y capacidad de
liderazgo que tiene “repulsión por el boato, por los privilegios”, sobrio,
disciplinado, con una “religiosidad de hierro”. Para Javier, “lo más justo
sería decir que Francisco es un radical del Evangelio que otorga prioridad
absoluta a los pobres”. Es un papa que “rechaza la concepción tradicional,
totalitaria y totalizante del catolicismo”, que no solamente cree que quien no
cree en Dios no está equivocado sino que “también puede salvarse”. Una de las
palabras que aspiran a definir el papado del argentino es la palabra misericordia.
Javier Cercas acepta viajar a
Mongolia en el séquito papal porque sabe que la locura máxima de ese
loco de Dios que es el papa Francisco es una locura por la que quiere
preguntarle en persona, “para escuchar su respuesta y repetírsela palabra por
palabra” a su propia madre (de 92 años, enferma de Alzheimer). Esa locura
escandalosa es la de que tras la muerte hay otra vida aguardándonos. Algo
de lo que la madre de Cercas cree estar segura, algo que le permitirá estar de
nuevo con su marido muerto, el padre de Javier.
[...]
Bergoglio es aún alguien en lucha
consigo mismo, alguien en lucha contra su propio carácter, sus propias
flaquezas y sus propios demonios. Y este es un libro sobre ese ser humano y
sobre la Iglesia de la que es cabeza principal y sobre la madre de Cercas, de
la que no es mala cosa aprender aquello suyo de que “ser humilde sale a
cuenta”. SÍ, CON TODA SEGURIDAD.
“Solo
el amor apaga la sed de nuestro corazón, solo el amor cura nuestras heridas,
solo el amor nos da la verdadera alegría”.
Papa
Francisco, septiembre de 2023, en Ulan Bator, la capital de Mongolia
Este texto
pertenece a mi artículo ‘Javier Cercas y el papa Francisco, dos locos
en el mundo’, publicado el 16 de abril de 2025 en Letras 21,
que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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