La excelente novela gráfica El abismo del olvido, publicada en 2023, con su magnífico guion, obra del historietista Paco Roca y el periodista Rodrigo Terrasa, y el dibujo a cargo del propio Roca, también corresponsable de su diseño, junto a Alba Diethelm, que la maquetó, es una obra maestra. Otra más de Paco Roca.
El Terrer, campo de tiro del cuartel de artillería de la localidad valenciana de Paterna. 14 de septiembre de 1940. 17:00 h de la tarde. Así comienza este desgarrador y, a partes iguales, reparador cómic.
Muertos, fusilados: en España
“esperamos 40 años más, después de que muriese la dictadura, para que la
democracia se preocupase por devolver la dignidad a sus muertos”.
Fusilados, sí, protagonistas de un cómic conmovedoramente histórico, un ejercicio de competencia historiográfica mayúsculo estéticamente fascinante. Fusilados como José Celda Beneyto (su hija, Pepica Celda, está a punto de protagonizar este ejercicio didáctico y artístico de dignidad recobrada), otro gran protagonista es la Fosa 126 del cementerio de Paterna (1940, 2,5 m x 2 m + 6 m de profundidad), donde llegó a haber unas 180 fosas con centenares de ejecutados en su interior: más de 2000 cuerpos bajo tierra, asesinados sin que actuara la verdadera justicia.
Los enterramientos (el ser humano es
el único animal que entierra a sus muertos) “dicen mucho de su sociedad”: ese
es el mantra de este cómic.
El historiador Vicente Gabarda fue el primer desenterrador
de aquellos fusilados por una cruel dictadura ya acabada la Guerra Civil
española. Su notable trabajo pionero sobre los ajusticiados en aquella
Valencia de tristísima posguerra es reconocido por Roca y Terrasa.
Leemos en El abismo del olvido que “a las familias de los republicanos nunca se les permitió recuperar a sus muertos, ni a los que murieron durante la guerra ni a los asesinados después, durante la represión. Tampoco honrarles públicamente. Se enterró la memoria”. Y cuando llegó la democracia… España es el único país europeo que tras su guerra del siglo XX tiene todavía fosas de ajusticiados por exhumar. Y son miles. De alguna manera, aunque para mí no exactamente, “la democracia se cimentó sobre el olvido”.
“El
olvido es el abismo que separa la vida de la muerte”.
Como Platón explicara hace cientos de
años, nos dividimos en cuerpo y alma, el uno mortal, la otra eterna: sólo el
olvido acaba con ella, el alma es la memoria, el olvido es la muerte.
Algunas de las viñetas que quiero
destacar en el cómic son las dedicadas a la profesora que le dice a su alumnado:
“pensad lo anormal que es en un país democrático que haya lugares con
centenares de enterrados sin identificar”. La mayoría, casi todas, víctimas de
la represión franquista: la mayoría ejecutados por su ideología y completamente
inocentes.
Llego ya a quien para mí es el más grandioso protagonista del libro de Roca y Terrasa: el enterrador de tantos fusilados en la Paterna de la primerísima posguerra, Leoncio Badía (él y su máxima aprendida de su madre: “compórtate con los demás como quieres que hagan contigo), el paradigma moral absoluto de toda la historia contada por Roca y Terrasa. Badía, derrotado combatiente republicano que se libró por los pelos de entrar en la dinámica de cuantos acabaron fusilados, no pudo, claro, seguir siendo el maestro que había sido antes del conflicto, pero le ofrecieron el puesto de entrenador en el cementerio de Paterna (“pues a enterrar a los tuyos”). Y su elección fue enterrar con la dignidad que supo y pudo a tantos desdichados sin entierro.
Las exhumaciones de las fosas se han
convertido en una lucha contra el tiempo y el olvido: los arqueólogos ahora aún
trabajan desenterrando la memoria. Deshaciendo el trabajo de Leoncio Badía.
Mi lectura de El abismo del olvido
está dedicada a la memoria de Manuel Gimeno Ballester: para que deje de
no existir para nadie.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.