Los superhéroes vinieron a sustituir a Dios

Supergods. Héroes, mitos e historias del cómic, del escritor de cómics británico Grant Morrison (publicada originalmente en 2011 como Supergods. Our World in the Age of the Superhero, y, con la traducción de Miguel Ros González, en 2012 para Turner) se presentó, en su momento, claro está, como “la guía definitiva para el mundo de los superhéroes”, en la que conocer “qué son, de dónde vienen y cómo pueden ayudarnos a cambiar nuestra perspectiva de nosotros mismos, de nuestro entorno y del multiverso de posibilidades que nos rodea”.


Morrison finalizaba su prefacio así:

 

“Es hora de salvar el mundo”.

 

De Supergods… escribió el polifacético actor y (entre otras muchas cosas, entre ellas experto en cómics) presentador británico Jonathan Ross en The Guardian el 21 de julio de 2011 que “es un libro inusual, mitad historia del cómic, mitad memorias y mitad obra filosófica un poco disparatada. También es un libro grande: grande en ideas, grande en ambición”.

Me interesa sobre manera un párrafo muy esclarecedor del libro, contundente, una reflexión concluyente sobre lo que es o quiere ser o debe ser el mundo de los superhéroes:

 

“Vivimos en las historias que nos contamos. En una cultura laica, científica, racional y falta de un liderazgo espiritual convincente, las historietas de superhéroes hablan alto y claro a nuestros mayores miedos, a nuestros anhelos más profundos y a nuestras más altas aspiraciones. No les asusta ser esperanzadoras, no se avergüenzan de ser optimistas, no temen a la oscuridad. Pocas cosas habrá más alejadas del realismo social, pero todos podemos identificarnos con los elementos fantásticos de la experiencia humana que las mejores historietas exhiben de una manera imaginativa, profunda, divertida y provocadora. Existen para solucionar problemas de todo tipo y siempre podemos contar con ellas para encontrar la forma de salir del apuro; en los mejores casos nos pueden ayudar a hacer frente y resolver incluso las crisis existenciales más profundas, así que deberíamos escuchar lo que tienen que decirnos”.

 

No hay duda de que “las historias pueden romper corazones o fomentar revoluciones”, tampoco la hay sobre el hecho de que “las palabras pueden electrizar nuestro corazón o elevar nuestra sangre”, y —como acaba por añadir Morrison en el epílogo de su libro— “la idea de Supermán es exactamente igual de real que la idea de Dios”. Los cómics de superhéroes “nos dicen dónde hemos estado, qué tememos y qué deseamos”. Si siguen siendo tan populares y estando tan generalizadas es porque “siguen hablándonos de lo que de verdad queremos ser”.

Comentarios

  1. Un hecho triste pero cierto, a los niños de hoy día (y a los del ayer, adultos hoy) los ves adorando a todo tipo de personajes ficticios (no solo de viñetas), buscando asemejar su personalidad y valores a los de estos.

    Yo relaciono este hecho con la actual decadencia que sufre nuestra sociedad (sobretodo la occidental).

    Un saludo!!! :)

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