Una historia del fútbol (capítulo dos)
Más sobre la Historia del fútbol (de juego simple a espectáculo complejo) de la catedrática emérita Teresa González Aja.
El fútbol y su expansión mundial
El fútbol “inicia su camino hacia la conquista del mundo”, y lo logrará en
primer lugar conquistando las islas Británicas y, desde ahí, ya en las
últimas décadas del siglo XIX, el resto de los países.
“Establecer su cronología es casi
imposible: hoy en día continúan las disputas entre diferentes clubes por ser
los decanos de su país. Esto es debido a las pocas huellas que dejaban esos
primeros encuentros, ya que eran un fenómeno marginal, e incluso a las dudas
sobre el tipo de juego que se practicaba. De lo que no hay ninguna duda es de
responsabilizar a los ingleses de su divulgación”.
La expansión industrial británica a lo largo del siglo XIX llevó al
establecimiento permanente de “hombres de negocio, ingenieros, comerciantes,
técnicos, empleados de embajadas y consulados, incluso marineros, que
permanecían por poco tiempo en los puertos pero que atracaban en los de Europa
y América, o los alumnos y el personal de los centros educativos, como en Suiza,
aunque no fuese su objetivo, contribuyeron de un modo decisivo a la difusión
del futbol”. Exportaban la imagen de modernidad de Gran Bretaña, una imagen
de marca (diríamos hoy) “que el resto del mundo acepta y admira, fútbol
incluido, a través de su imperialismo económico”.
Fuera de las islas Británicas (donde, en 1875, se crea la Asociación de Fútbol
de Gales, y en 1880, la Asociación de Fútbol de Irlanda), el campeonatos de liga
más antiguo es el de Bélgica, cuya primera temporada se disputó los años 1895 y
1896. El primer club del continente nació en 1876 en Dinamarca, era el
Kjøbenhavns Boldklub, conocido como KB. Lo habitual era que la práctica del
fútbol por parte de los autóctonos europeos de los diversos países se produjera
gracias a la creación de los clubes fundados por británicos expatriados. En el
sur de Europa, a finales del XIX, “los puertos italianos se convirtieron en el
centro de difusión gracias a la presencia británica en Génova, donde existió
una colonia compuesta por negociantes y personal perteneciente al consulado que
formarán en 1893 el Genoa Cricket and Football Club. Como los vínculos
comerciales entre Portugal y Gran Bretaña eran importantes desde hacía siglos, “no
es de extrañar que fuesen los marinos ingleses los que fundaron en 1875 el Lisbon
Football Club…
Y en España:
“En 1874 existen noticias de la
celebración de un encuentro de fútbol en Huelva. Aparece, por tanto, como en el
resto de los países, su vínculo con los ingleses. Como clara constancia de esa
vinculación en Huelva, construido para albergar a los directivos e ingenieros
de la compañía minera, existe todavía en la actualidad el llamado barrio de
los ingleses, además del antiguo velódromo y el primer estadio. También
existe la Casa Colón, edificio en el que el 23 de diciembre de 1889 se fundó el
Huelva Recreation Club, cuya intención era deportiva y recreativa, de carácter
general: tenis, atletismo e incluso bailes y, por supuesto, cenas. Esto sería
así en la mayoría de los clubes que se fundaron en esta época: el fútbol era
una parte más de las actividades recreativas”.
Es en el País Vasco donde cuajó en estos comienzos también el nuevo
deporte: “los hijos de las clases acomodadas vascas irían a las islas Británicas
a completar sus estudios y, por su parte, los obreros británicos acudirán a
trabajar a los astilleros bilbaínos: el primer partido entre un equipo de
estudiantes que acaban de volver de Cambridge y estos obreros se llevó a cabo
en 1894, ganando los extranjeros. Uno de esos estudiantes, Juanito Astorquia,
fue el que encabezó el comité de los 7 magníficos”, que fundó en 1898 el
Bilbao Football Club. Tres años después, “se llevó a cabo una reunión ya
recogida en actas y comienza a aparecer el anglicismo Athletic Club: estas dos
fechas son las que barajan los historiadores como la fundación del club
bilbaíno.
“Con mayor o menor fortuna, lo
cierto es que a principios del siglo XX ya encontramos la práctica del fútbol
en todo el territorio nacional”.
Con la difusión universal del fútbol surgieron los estilos: los estilos nacionales, diríamos. La característica esencial del fútbol inglés, el primigenio, consistía en ser individualista e impetuoso, con una alta importancia del choque físico; pero, gracias a los escoceses, ya desde 1880, aquel deporte neonato pasó a ser un juego más colectivo basado en los pases. No obstante, “se mantuvo como un juego predominantemente físico”, centrado en la carga con los hombros pero practicado con limpieza.
González Aja sostiene en su Historia del fútbol que “todo esto tiene
que ver con el papel social de los jugadores”: mientras los primeros eran
alumnos privilegiados de los public schools, cuya posición social les
permitía ser independientes y cuyas lesiones constituían un motivo de orgullo
que ponía de relieve su masculinidad”, los segundos eran “trabajadores cuya
supervivencia dependía del trabajo grupal, no podían permitirse lesiones que
les impidiese acudir al lugar al lunes a la fábrica”: es por ello que el juego
escocés estuvo dominado por la habilidad; de manera que existían dos tendencias
muy claras, “por un lado la que defendía las virtudes tradicionales inglesas de
velocidad, fuerza, resistencia y juego directo hacia la meta, y, por otro, la
que defendía un juego mejor configurado, basado en la precisión, en el control
y el dominio del balón, en la ocupación inteligente del terreno y en el juego
de pases”.
El fútbol de todos. El fútbol hoy
“La década de 1960 supondrá una
serie de cambios sociales a todos los niveles, de los que, como un aspecto más
que es, no escapará el fútbol. Éste, al igual que la sociedad, se abrirá a otros
protagonistas, por ejemplo, las mujeres, que empezaron a tener su espacio
oficial, y a otros espectadores, los jóvenes, que en ocasiones ocuparán el
espacio de protagonistas del espectáculo. Efectivamente, el deporte pasará a
ser el gran espectáculo. Los nuevos medios de comunicación, es decir, la
televisión, harán que lo que ocurra en el estadio pueda ser visto por personas
y en lugares hasta entonces imposibles: todo lo que en él sucede es
retransmitido, no solamente el juego, y por lo tanto amplificado”.
No se puede hablare del fútbol de las últimas décadas sin hablar de la violencia en los estadios, algo que constituye un grave problema de seguridad pública, pues “no se limita a unos hechos aislados ni se da únicamente cuando los encuentros son de máxima rivalidad, pues acompaña con regularidad a los partidos”. González Aja, como tantos otros, considera que “la violencia en el fútbol es parte consustancial de éste, que no son hechos aislados que desnaturalizan el fútbol, sino que, como señalan acertadamente Jean-Marie Brohm y Marc Perelman en su libro de 2005 El fútbol, una peste emocional, son “la consecuencia inevitable de la propia competición”.
Curiosamente, este libro habitualmente mal escrito, el de González Aja, digo, finaliza con las mejores
frases y los mejores párrafos dedicados, a modo de conclusión, a lo que para la
autora es el fútbol en la actualidad:
“El fútbol nos rodea, condiciona los
ritmos de la ciudad, de la vida cotidiana: ese es nuestro fútbol, el de
los que estamos aquí y ahora, el que hemos hecho entre todos. El fútbol
no evoluciona sin la sociedad, responde a sus demandas, a sus necesidades: a nuestras
demandas, a nuestras necesidades.
Naciones que tradicionalmente se
habían resistido a este juego están viendo su implantación, grupos sociales a
los que les estaba vetado ven que su aceptación es imparable. El fútbol
continúa creciendo, adaptándose a los nuevos tiempos, pero también los
configura, forma parte de ellos, siempre en la línea de la modernidad, no se
queda anclado, lucha por renovarse y esto nos va a dar un nuevo fútbol y una
nueva visión. El fútbol es el mayor fenómeno social que existe, por ello no es
distinto de la sociedad en la que se desarrolla: nada de lo que en ella ocurre le
es ajeno, participa de las mismas virtudes y de los mismos defectos, evoluciona
con ella, la refleja y la configura. No tiene valores en sí mismo, es sólo un
juego, puede tener valores positivos y negativos, educativos, de solidaridad,
de enseñanza para ser respetuosos con las reglas, para romperlas, ser agresivos,
ganar a cualquier precio o perder, ser corruptos u honestos, odiar y aceptar,
puede ser un vehículo de la paz y de la guerra, en definitiva, participa de
nuestras bondades y de nuestros vicios, canaliza nuestros amores y nuestros
odios. Constituye un formidable espacio de observación de la sociedad para los
sociólogos actuales y para los historiadores del mañana. La historia del fútbol
está en permanente evolución y será la lo que nosotros hagamos de él. Es y será
lo que nosotros queramos que sea”.
También tiene cierto interés, el recorrido que González Aja hace por la historia
del fútbol femenino. Pero ese asunto lo reservo para otro artículo.
Continuará…
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