Sostiene Jiménez, por Guillermo Jiménez

Sostiene Jiménez que el otro día reflexionó sobre la muerte, el dolor, la superación del dolor, la impotencia ante lo desconocido, lo absurdo y sobre los amigos que uno no vuelve a ver.

Sostiene Jiménez que reflexionó sobre la muerte y buscó, no sabe por qué, el libro Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi.


Sostiene Jiménez que indagó entre sus papeles y comprobó que el libro Sostiene Pereira se había editado por primera vez en 1995 y que él –Jiménez– lo había comprado –el libro– en la edición de pasta dura de Círculo de Lectores, se había puesto a leerlo y lo había acabado enseguida, allá por mediados de agosto de 1996.

Sostiene Jiménez que le pareció un libro luminoso como Lisboa, la ciudad en donde transcurre la historia.

Sostiene Jiménez que recordaba dos aspectos interesantes del libro, que muchos de los párrafos empezaban por Sostiene Pereira, como si de la confesión de un juicio final se tratara, y que uno de los personajes del periódico Lisboa, donde trabajaba Pereira, se tenía que encargar de hacer las necrológicas de escritores famosos vivos pero que podían morir en cualquier momento.

Sostiene Jiménez que él ya no es el mismo que leía ese libro hace veinticinco años, aunque se recueste en el sofá –en otro sofá– y se suba el arco de las gafas y se rasque la cabeza ahora tal y como hacía hace años cuando lo leía.


Sostiene Jiménez que él no es el mismo de hace veinticinco años porque hace veinticinco años no se había enamorado aún de las calles de Lisboa (y Sostiene Pereira es Lisboa, además de un libro antifascista) y porque, hace veinticinco años, todavía no había sido padre y entonces la muerte era otra cosa.

Sostiene Jiménez que le gusta del periodista cultural Pereira, protagonista principal de la novela que, a pesar de ser un cuarentón viudo, gordo, que habla con un cuadro en dónde hay una foto de su mujer y que es católico, obsesionado con la muerte y con problemas de corazón, conoce al entusiasta y joven Monteiro Rossi y a su novia y se contagia de la juventud y de las ganas de vivir de ellos.

Sostiene Jiménez que, aunque la vida a veces pueda parecernos un malentendido o un mal error, es mejor sentir, expresar y actuar que vivir paralizados por el miedo al qué dirán o al ridículo.

Sostiene Jiménez que hoy siempre será el mejor día de nuestra vida, el mejor y único veintitrés de mayo de 2023 de nuestras vidas.

Sostiene Jiménez.

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