¿Por qué algunas canciones, algunas películas, algunas novelas, pareciendo ser una memez sin tino acaban por resultarnos algo maravilloso, único, necesario e incluso fascinante?
La película britano-irlandeso-estadounidense Almas en pena de Inisherin (cuyo título original es The Banshees of Inisherin) está ambientada en la Irlanda de la década de 1920 (en una de sus islas), durante la Guerra Civil irlandesa (que aparece a lo lejos, como si aquella guerra no fuera con los peculiares personajes del film), y se estrenó en 2022.
Esta excelente comedia con tintes oscuros, apesadumbradores, más bien
serenos e incluso, por qué no decirlo, negros (en ella se puede "escuchar
el lamento de esas almas”, mientras “en su interior, deja oír el eco de las
bombas”, como escribiera Oti Rodríguez Marchante en ABC), no llega a las
dos horas de duración por seis minutos y es una obra del cineasta
britano-irlandés Martin McDonagh, que la dirige y escribe, y que se beneficia
notablemente de la espléndida música original de Carter Burwell (y la de Brahms,
también) y de la bellísima fotografía de Ben Davis, así como de las brillantes
interpretaciones de Colin Farrell, Brendan Gleeson y Kerry Condon.
"La demente obstinación de una
obra maestra (...) Asuntos (...) como la soledad, la necesidad de huir (...)
son tratados con una precisión (...) que asusta. Y con una gracia tan cerca de
la desgracia que da pánico".
Luis Martínez: Diario El Mundo
Para la simpar página web especializada FilmAffinity, Almas en
pena de Inisherin (que fue elegida como el Mejor film británico en los
Premios BAFTA, alzó tres Globos de Oro y tuvo nueve nominaciones a los Oscar), ocupa
el puesto 17 de las Mejores películas del 2022.
McDonagh, como le leo a Jordi Batlle Caminal en La Vanguardia, consigue
redondear “una película divertida, además de inteligente y visualmente
creativa, con el tema del aburrimiento como eje central”, y nos tiene pegados a
la pantalla ante algo "tan entrañable como bobalicón, fiero y calmado” (según
afirma Fausto Fernández en Fotogramas).
Ay, el aburrimiento:
… aburrido aburrimiento aborrecible,
desperdicio despreciable del después,
qué estúpidos son a veces los
recuerdos, tan insulsos como aquellas horas eternas,
aquellos minutos sin fin ni ton pero
con su son, su son de isla sin palmeras ni acantilados,
su son de robinsones exhaustos, de
naufragios sin viajes ni despedidas,
su tic y su tac de reloj de pared de
cocina, tedio septentrional con tus vértigos.
El tedio y la pesadumbre por la trascendencia enfrentados al vivir sin más y a ser antes que nada amables con los otros. Almas en pena de Inisherin es un poco todo eso. Nada más y nada menos.
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