“Inés y la alegría es una novela sobre la invasión del valle de Arán, escrita desde el punto de vista de los hombres que, en el mes de octubre de 1944, cruzaron los Pirineos para liberar a su país de una dictadura fascista. No sabían qué intereses, qué cálculos y ambiciones personales se entrecruzaban con su destino, pero nunca dudaron de cuál era su objetivo.”
Ya sólo por esta premisa, que la autora recoge en el
interesante colofón bibliográfico de la novela, merece la pena leerse este
sorprendente libro, en el que la calidad literaria de Almudena Grandes se
une a una muy cuidada documentación, así como a la narración de muy
desconocidos hechos de nuestra Historia reciente, algunos de ellos sumamente
sorprendentes, como la personalidad libertina del padre de Franco,
el amante secreto de Dolores
Ibárruri, la trascendencia
personal convertida en intranscendencia histórica del dirigente comunista Jesús Monzón y,
sobre todo, la invasión fallida de 8.000 luchadores antifranquistas a través de diversos puntos de los Pirineos,
hábilmente silenciada por el aparato de propaganda de aquel régimen, y,
curiosamente, aunque puede que consecuentemente, muy poco conocida por la
mayoría de los españoles y, desgraciadamente, también, poco estudiada por
nuestra historiografía.
Y, junto a ello, por si lo anterior fuera poco, que no
lo es, una historia, en la parte de ficción, no en vano esto es una novela, de gran
intensidad dramática, con personajes que se te clavan en la tripa, en los que
la derrota, el exilio, pero sobre todo la pasión, son tan fuertes como sus
convicciones.
Sobre todo, claro está, esa Inés que da título a la
novela, a la que, quien lea el libro, siempre recordará llegando a caballo a
Bosost, con una pistola robada y cinco kilos de rosquillas, o, muchos años
después, tras la derrota, la reclusión y la cárcel primero, tras el exilio y la
clandestinidad después, tras la muerte del dictador, tras el regreso a España,
aparece en una reunión de supervivientes retornados en el Cine Capitol de Madrid con
otros cinco kilos de rosquillas.
La habilidad narrativa de Grandes, su calidad
literaria, el extraordinario encaje de ambas cualidades para ayudarnos a mirar
hacia el ángulo muerto del retrovisor de nuestra propia memoria colectiva nos
ofrecen un reflejo de nosotros mismos, de cómo la vida de las personas, los
amores perdidos, los amores encontrados, la construcción de nuestra biografía,
se cruzan con los grandes hechos, y la Historia, con mayúscula, se convierte en
las historias de vidas
minúsculas, las nuestras, y
viceversa, en una ida y vuelta de retroalimentaciones que explican todo, aunque
nunca entendamos nada.
Usando palabras de la propia autora: “la Historia
inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales,
pero más allá del inmutable, azaroso milagro que labran dos miradas al
cruzarse, los seres humanos somos
tiempo, historia con minúscula”.
Bueno, pues eso.
[Este artículo de Ricardo Ibáñez Salas se publicó en Anatomía de la Historia (la revista digital que dirigí) el 16 de octubre de 2013.]
Pues eso
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