El amor en su lugar (cuyo título original es Love Gets a Room) es una excelente película estrenada en 2021 que en su arriesgado juego de ser cine dentro del teatro es también teatro dentro del cine y acaba por ser la terrible verdad del horror ante nuestros ojos extasiados de arte magnífico. Sus medidísimos poco más de cien minutos están brillantemente dirigidos, con un pulso narrativo vertiginoso y conmovedor, por el español Rodrigo Cortés, que además ha escrito su guion junto con David Safier, adaptando la obra de teatro de Jerzy Jurandot, un auténtico protagonista de aquella calamidad nazi que fue el gueto de Varsovia a comienzos de la década de 1940.
A la música y la fotografía de Víctor Reyes y Rafael García, respectivamente, ambas brillantes, se añade la habitual guida de todo pastel cinematográfico sin la que todo lo demás no sirve para nada, la majestuosa interpretación de su elenco de actores, especialmente Clara Rugaard, Henry Goodman y Anastasia Hille, pero también Ferdia Walsh-Peelo, Magnus Krepper, Freya Parks y Jack Roth.
Quiero dejar constancia
de la acogida favorable por parte de la crítica especializada. Por eso traigo
cuatro muestras de esas opiniones juiciosas para cerrar este artículo enamorado
de la proeza que es El amor en su lugar.
Para Javier Ocaña (El
País), la película de Rodrigo Cortés es “bonita”, eso dice, bonita,
y añade que tiene “un notabilísimo diseño de producción y una impecable factura
técnica y artística”, también “un ritmo endiablado que pocas veces desfallece”:
en ella “destaca la frescura de los intérpretes".
Estoy casi completamente
de acuerdo con Luis Martínez (El Mundo) cuando afirma que es una "bella,
dolorosa y divertida (todo junto) reflexión sobre el arte como instrumento de
supervivencia, sobre la creación como responsabilidad ante la vida, sobre, la
representación de lo irrepresentable”. Divertida no me atrevería yo a
añadir, pero quede ahí la palabra: divertida.
Me gusta lo que escribió
sobre ella Oti Rodríguez Marchante en ABC: "qué película tan
excepcional, tan lograda, emotiva y admirable en cada uno de sus muchos
ingredientes y en su cuerpo general, y que tiende un hilo de corriente entre la
tripa, el corazón y la cabeza”.
Beatriz Martínez explicó
de El amor en su lugar en El Periódico que se trata de "un
relato tan virtuoso como emocionante (...) que fluye de manera orgánica frente
a nuestros ojos para evidenciar la sabiduría e inteligencia de un director
experto en utilizar las herramientas del lenguaje”. Casi nada. Ya digo.
Pon en juego tu tripa, tu corazón y tu cabeza disfrutando de este largometraje memorable.
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