Uno, dos, tres, cuatro… Terrícola Eddie Vedder, te escuchamos con claridad: cuando amamos somos invencibles (también hay una teoría para todo), sé el poder de la luz (mientras lo que tiene lugar es… el poder de lo correcto). Irse, coger el camino más largo (con el sonido del órgano Hammond de Benmont Tench).
¿Qué son
los amigos? ¿Para qué son los amigos? Comparte el dolor. Fallamos ante la
perfección, todos lo hacemos: te encontraré en la oscuridad… y te sacaré de
ella. Queremos lo que necesitamos: amor incondicional.
Tú puedes cantarle a Dios y al Diablo, terrícola Eddie Vedder: puedes cantarnos, gritarnos, eso de “Te deseo lo mejor, te deseo el infierno. Te deseo lo mejor, te deseo la muerte".
Ella es
una resurrección, ella es la Rosa de Jericó. No se puede vencer a la Rosa de
Jericó.
Nuestra
vida es un cañón, vívela profundamente: sé que lo intentarás, lo intentarás (y
al fondo, se escucha fibrosa la armónica de Stevie Wonder).
Elton John
y tú cantáis “éramos una imagen de esperanza" y, cerca, muy cerca, la
señora Mills espera en la oscuridad a que se encienda la luz roja para cantar
al son de la batería de Ringo Starr.
“Seguiré
mi camino. Cogí el camino más largo.
Seguiré mi
camino.
No tengo
la mitad de lo que tenemos.
Seguiré mi
camino.
¿Puedes
oír su eco, Víctor?
Cuando
amemos, invencible, estaré en mi camino”.
EV
El lúdico, heterogéneo y ambicioso elepé Earthling, publicado en este Tercer Año de la Gran pandemia (2022) por el magnífico Eddie Vedder (sí, el cantante y mucho más de los inigualables Pearl Jam) es “exquisito, extenso, plural, desbordante de creatividad y rematadamente sorprendente”. Lo dice Fernando Neira. Y, como siempre, lleno de razón. Este tercer álbum en solitario de Vedder (tras Into the wild, de 2007, y Ukulele songs, de 2011), producido por Andrew Watt, no deja de sonar allá donde voy. Lo llevo un poquito ya en mi alma, también.
Terrícola Eddie Vedder Eternamente Joven (como escribe Neira).
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