Hay un verso de Sylvia Plath que dice “How I would like to believe in tenderness” (“cómo me gustaría creer en la ternura”).
La película Josefina,
el brillante debut como director de largometrajes del español Javier Marco, nos
pone frente a la necesidad humana de ternura y nos acerca la capacidad mágica
que puede precipitar su búsqueda.
Estrenada en 2021, Josefina tiene una duración medidísima de 90 minutos perfectos, y en ella Marco se aprovecha de un magnífico guion escrito por Belén Sánchez-Arévalo, de la dirección de fotografía de Santiago Racaj y de las excelentes interpretaciones de sus dos protagonistas, dos espléndidos Roberto Álamo y Emma Suárez, perfectamente secundados por Miguel Bernardeau, Manolo Solo, Pedro Casablanc y Simón Andreu.
La primera película de Javier
Marco “se modela como un relato extrañamente feliz", dice el crítico
cinematográfico de El País Javier Ocaña. Con muy pocos elementos, nos
alecciona Federico Marín Bellón, quien escribiera sobre Josefina para ABC,
la película de Álamo, Suárez, Sánchez-Arévalo y Marco, con su mínima pero
jugosa intriga, “teje su modesta tela de araña, en la que el espectador se deja
atrapar con gusto”.
Una película en la que salen personas, no como en las del cine de algunos directores de reconocidísimo prestigio internacional (Almodóvar, sin duda), personas que no necesitan contarnos lo que pasa, pues para eso está la narración que nos hace presenciar sus creadores. Sí, Josefina "vale la pena por su detallismo, sus silencios, el interesantísimo uso de la música, los sobrentendidos, las acciones cotidianas cargadas de sentido”: tiene razón Toni Vall (Cinemanía), quien añade que sus primeros planos están “llenos de verdad, de dolor”.
Ya lo escribió Jordi Batlle
Caminal por mí para Fotogramas: la película de Marco y Sánchez-Arévalo y
Suárez y Álamo muestra su "serenidad expositiva, respiración lenta,
propensión a los silencios y un humor oblicuo” de tal manera “que por momentos
se diría que coquetea con el surrealismo”: en su atractiva modestia resulta
altamente estimulante.
Para la ternura siempre hay tiempo se titulaba un hermosísimo disco de Ana Belén y Víctor Manuel.
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