(Los poemas y) posar para una fotografía


Escribe Alejandro Zambra en su prodigiosa novela Poeta chileno, él que también es un poeta chileno (y un novelista chileno que hace como todos los novelistas chilenos: escribir sobre poetas chilenos), unas palabras respecto del hecho de posar ante una cámara fotográfica: nos habla de “la tentación de posar ante la cámara, ante el futuro; esa temeraria seguridad, esa apuesta ciega y audaz por un futuro compatible con el presente”.

 

Yo no soy poeta, ni tan siquiera (ya quisiera) poeta español, pero sobre lo de ponerse para ser fotografiado algún poema sí tengo escrito. Poema, poemas: por decir algo. (Como opina alguien sobre lo que le pasa al co protagonista de Poeta chileno, a mi poesía le falta osadía, entre otras cosas. Audacia también. Tanto es lo que le falta que no creo que sea poesía o merezca tal nombre. Pero había que intentarlo. Hay que intentarlo.)

 

UNO

en aquella foto mis padres parecían gigantes

todos nuestros padres lo eran cuando niños

a nosotros nos parecían seres de otro mundo

unos humanos únicos venidos a darnos leche

era una foto que ahora busco y no encuentro

como tantas cosas que a lo mejor no existieron

y nada más visitaron mi imaginación, se fueron

esas cosas que nos hacen estar siempre atentos

una foto en blanco y negro donde todo era gris

de un color que yo llamo gris porque era gris sí

aquellas muescas en las rocas de los años sesenta

un recuerdo delgado presto para desaparecer

derrotado en su evidencia del pasado de las fotos

 

DOS

es una foto antigua

de cuando se era joven

en los años del futbito y la leche de pantera,

una foto donde anidaría la nostalgia

si no la hubiese ahogado una única vez

escuchando Drive all night,

es una foto de los años universitarios,

olvidada completamente,

como casi todo lo que fue,

olvidada mientras continuaba

en este quehacer que es la vida

intentando no defraudarme,

avanzado por este sinsentido cabal

que es la existencia,

con sus fraudes y sus lloviznas

de verdad y labios,

es una foto borrosa,

ceñida como un velo solar

al pasado y sus fronteras cerradas,

una foto escondida

en los pliegues pacíficos

de este largo entrenamiento

para saber amar

y ser amado.

 

Sobre hacer una foto también pergeñé algunos versos: estos, increíblemente, están protagonizados por una mujer. ¡Qué cosas!

 

TRES

haces una foto

un haz de luz como un verso

respiras hondo inconmovible

segura de ti misma

te sientes un huracán tranquilo

sabes lo que estás viendo

lo que quieres que vean

lo hueles

hueles la gentileza de las formas

esa suavidad de la imagen

un detalle universal

único y primigenio

de alto interés erótico

es una curva tensa

acérrima en el agua de su deseo

no necesitas verla

sabes que es el placer

la fotografía de una vida

implacable y certera.

 

Las fotografías…

 

CUATRO

Se han depositado en las fotos

las almas de tantos cadáveres

como la muerte viva en los rostros

que ahora deambulan por la Gran Vía

a estas horas de la noche madrileña

en las que te crees invencible o un tarado;

flotan en las aceras las calaveras de los poetas

que se mueren cada vez que escribo,

huesos que fueron riesgo y ámbitos dislocados

con los que enfurecer al diablo

hasta sacarle del abismo inmundo donde cree estar a salvo

de la grandeza de un verso;

siguen latiendo en mi mano

cuando intento escribir palabras de plata ardiente sobre tu piel

y parecería que no tenemos suficiente oxígeno

para redimirnos de nuestro ser bestias

o que sólo los dueños de la excelsa plenitud

con que asesinar sombras pueden bendecirnos.

 

Para finalizar, Elvis y Franco. Sí, ya lo sé.

 

Y CINCO

¿Cuántas fotos le hicimos a Elvis Presley?

Hubo aquí un caudillo invicto

muerto de su propia vida de imágenes licuadas,

un general ignorante y sin Elvis,

dueño de los telediarios y los nodos,

más real que el Elvis de las rodillas para la gloria.

Lo hubo mientras a Elvis le rezaban los sarmientos,

lo hubo mientras Elvis se reía de Bach,

mientras sin Elvis no se podía mascar el futuro.

Un quimérico aprendiz de rey reinero y reinante,

un padre de familia que aportó cunetas

a la Historia de España,

esa escritura del pasado sin Elvis,

un militar para lo africano

que sabía de la poesía por las balas de Pemán.

Ahora sé por qué Elvis no regresó nunca a Europa:

para no salir en las mismas fotos que aquel rey medieval

de la época del gasógeno y los planes de desarrollo,

para no coincidir en una película

con su majestad Franco I el Amargo.

El rapto de España, una canción para Elvis Presley.

¿Cuántas fotos le hizo España a Francisco Franco?

 

[Coda. Un cuento mío escrito hace ya mucho tiempo…

Ese hombre

Ese hombre que, aun siendo conocido, cada vez que le miro noto en él algo distinto… Su expresión seria y distante encierra la belleza de un encuentro, que en ese momento asoma por su mente. Posa para una fotografía junto a un grupo de amigos, pero no está allí, ha regresado en un instante a los brazos de alguien que durante unas horas le amó intensamente. Ese hombre, le conozco, hablamos habitualmente, incluso su risa me es entrañable, pero en estos momentos mientras le observo ausente me da la impresión de que jamás le vi, no está aquí, una mueca en su rostro acompaña a una pose forzada mientras alguien sostiene una cámara y todos sonríen esperando esa luz que inmortalizará el encuentro sobre la arena un día de verano con el mar de fondo. !Ella no está¡ piensa, pero la lleva dentro, como su sangre que irriga cada célula de su cuerpo, no puede desprenderla ni un momento de su piel ni de sus sentidos. Ese hombre parece un conocido pero es alguien que late en otro lugar extraño.]

 

Por Zambra sé que “la poesía sí sirve para algo: las palabras duelen, vibran, curan, consuelan, repercuten, permanecen”. También que “todas las ficciones en la historia de la humanidad están basadas en hechos reales”.

 

[[[En la foto salgo yo junto a mis compañeros de nuestro equipo de fútbol-sala en la Universidad Autónoma de Madrid (estudiábamos Geografía e Historia): a mi derecha, mi amigo de la infancia Santiago de la Torre Vadillo, abajo, en el medio, Eugenio García-Rojo López-Tello. El resto los menciono ya sin apellidos (la memoria, ya se sabe): a la derecha de Eugenio, José Ramón, y a su izquierda Javi (que había ido conmigo al Instituto Cervantes cuando hicimos COU). A mi izquierda, Antonio, en la esquina y a mi derecha, de pie, Chema, y junto a él, Pablo. Sería 1981, 1982, ¿1983? Aquello era Cantoblanco, donde estaba (y está) la UAM.]]]

 

Todo lo que quiero es una foto tuya, cantaban BLONDIE en la fabulosa PICTURE THIS.

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