Gloria Fuertes García
(Madrid, 28 de julio de 1917 - 27 de noviembre de 1998, Madrid).
Llevas
más de 20 años muerta, Gloria, pero no importa, al final tuviste algo mejor que
hacer y no acudiste a tu entierro.
No
te pierdas ahora esto, es un poema tuyo, canela en rama de la tuya, de la que a
ti te sobraba:
Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.
Cuando
lo leas, lee este mío que te dedico:
te
contamos chistes en casa de Quique
antes
de reírte nos los explicabas
claro,
por eso el perro se muerde el rabo
ese
era el intríngulis de uno de ellos
y
nos pedías, venga ahora otro
más
chistes, más Gloria en estado puro
aunque
ya no fumabas
lo
digo por lo del puro
nos
burlamos de tu manera de ser Gloria
qué
vergüenza de burladores sin gracia
palosniños
decíamos
ignorantes
de esa grandeza tuya
ese
ser un gigante siendo un colibrí
ese
adelgazar el tiempo con versos
ese
rimar el aire y el viento
con
donaire
sin
remordimiento
eras
pura Gloria, Gloria Fuertes
más
real que tú misma
y
eso sin leerte
que
leerte ya fue el acabóse
qué
rumbosa tu poesía
la
adulta
qué
adulta tu poesía
la
juvenil
intensa
de joven
principesca
ya de mayor
poemas
para los que no leen poesía
poemas
para los que ya no sabrán otra cosa
para
los que no podrán dejar de leer a Gloria
poesía
sólo para los seres vivos
eso
sí que fue intenso.
Para escribirle poemas a
las rosas me ha dicho Gloria que ella no valía, porque mientras muchos tuvieran
nada, con poseer la poesía no le bastaba y tal vez tuviera razón, desde su
Lavapiés, quizás podríamos escribir versos de antorcha con la noche y los
valles o con la vida y el alba,
pero siempre habría un
dolor en el mundo necesitado de las palabras
que pudieran curarlo en
las almas y en las manos de los hijos del hambre,
palabras como si un
alpinista limpiara los abismos con esa sonrisa suya de aventura y decisión,
capaz de devolverle al
mundo las mañanas y los partos,
la testaruda impericia
de las vacas o el recuerdo de la primera vez
que alguien supo que
estaba amando.
Pintan oros cuando el
poeta, la poeta,
Quien urde versos a
sabiendas,
Derriba él solo, ella
sola, el imposible:
Lo dijo a su manera
Gloria,
A su manera de santidad
poética madrileña, y
Lo digo yo ahora con mis
señas:
Los poetas verdaderos se
bastan
Para vencer al absurdo
Con sus armas pacíficas,
Sin apuntar ni hacer
fuego.
Cada vez que leo a
Fuertes
Regreso al futuro ese
que me esperó,
Donde fui un anciano
Que explicaba los
chistes,
Siempre con una sonrisa,
Siempre con el mundo
sonriendo
Con ella.
Y tu voz:
Con tu amor a la espalda y por el
pecho
ligera alada subo,
no me pesan las penas ni lo años,
ligera alada subo
ya no siento el dolor si es que lo
hubo.
(Interrumpo el poema
miro al cielo,
no lo puedo seguir sin dar las
gracias.)
Gracias por ser tan guapo amor,
por ser tan útil,
por haberme besado las heridas,
por llenar mis visillos de
ilusiones,
por coser nuestras vidas,
era otoño en la mía casi invierno,
también otoño fue en el calendario
era el mes de los muertos
tú, me resucitaste con las manos.

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