¿Alguien me puede decir qué fue el franquismo?

En 2013 publiqué mi primer libro, El franquismo, prologado por uno de los historiadores que mejor nos ha esclarecido aquella dictadura, Ángel Viñas, y editado por Sílex Ediciones. El 7 de mayo de aquel año lo presenté en la madrileña librería Marcial Pons Humanidades, para lo cual conté con la colaboración del catedrático de Historia Contemporánea Abdón Mateos (otro experto en aquellas largas décadas de autoritarismo y pretensiones fascistas) y mi amigo Ramiro Domínguez, director editorial de Sílex.

Escribí para la ocasión un texto que mi hermano Richard se encargó de pulir con maestría para que fuera una alocución, un pequeño discurso, y no el conjunto de palabras que yo tracé más para ser leídas que para ser escuchadas. Aquel texto decía…

 


Buenas tardes a todos.

Quiero empezar agradeciéndoos a todos cuantos estáis ahora mismo aquí vuestra presencia. Con ella estáis dando sentido a esta presentación de mi primer libro de Historia.

Quiero seguir con Sílex, con Ramiro y con Cristina. No por ese orden. O sí. No lo sé. Gracias por vuestra confianza y por ayudarme a cumplir un sueño.

Sueños. Sobre eso algo diré luego.

Sin embargo, creo que es mejor empezar por el principio.

Franco. Viva Franco. En el cielo de mi barrio un avión dibuja esas dos palabras. No recuerdo cuándo exactamente. Pero ese era el primer recuerdo que creía tener de aquel hombre. Al menos hasta que he querido recordar que ya algo antes había visto su coche pasar a toda velocidad por la carretera de Andalucía en otro día que no alcanzo a fechar.

Claro, que estaba equivocado. Franco, cuando yo era chico, lo inundaba todo. Y no. No hablo de pantanos. Su foto en las aulas, su presencia antes de que empezara cualquier película en el cine, protagonizando todos los no-dos… ¿Os acordáis de los no-dos?

La televisión, a sus pies, para reproducir con todo lujo de detalles el sistema adulador que él mismo había instaurado desde que consiguió aquellos aviones que transportaran a sus fieles guerreros para marchar hacia Madrid, para ganar una guerra.

Un conjunto de hechos y momentos que quienes los recordamos no podemos olvidar y que tenemos la obligación de recordárselos a quienes tuvieron la suerte de no poderlos vivir.

Por eso hace tiempo que decidí escribir un libro sobre aquella larga dictadura. Aquella asombrosamente larga dictadura.

Un libro que tuve claro que sería el primero. Y, si todos los libros se escriben con la materia del esfuerzo, los que son los primeros se hacen también con la materia de los sueños. Porque los que amamos los libros y la historia soñamos con escribir nuestro primer libro de Historia. Y hoy que ese sueño es una realidad voy a hablaros, como os prometía hace un minuto, de los sueños.

 

Cumplido uno, me quedan por cumplir dos de esos sueños de satisfacción pública. Dos sueños que ya anuncio que nunca alcanzaré a ver hechos realidad, a diferencia de este libro. Pero no importa demasiado. Casi siempre lo mejor de un sueño es no materializarlo nunca, para que la decepción no pueda empañar el deseo.

Y aunque he querido que esta intervención sea breve, no me resisto a contaros cuáles son esos sueños.

Uno. Subir a un escenario y cantar para una multitud arropado por una banda, por ejemplo Pearl Jam. Me vale Pearl Jam. La E Street Band tampoco estaría nada, nada mal.

Dos. Saltar al césped del Santiago Bernabéu y corretear defendiendo la camiseta del Madriz con zeta. O la de la Selección. Me da igual.

Y, por cierto, ¿alguno de los presentes me puede decir qué fue el franquismo? 

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