Una nunca lo sabe cuando le está pasando: Joyce Carol Oates escribe Foxfire


La novela Puro fuego. Foxfire: confesiones de una banda de chicas (Foxfire: Confessions of a Girl Gang, publicada en 1993, traducida al español tres años más tarde por Montserrat Serra Ramoneda) no está entre las mejores de la grandísima escritora estadounidense Joyce Carol Oates.

 

“Somos incapaces de notar las cosas que nos unen al nivel más profundo. A menos que nos las arrebaten”.

 

Es esta una novela sobre la memoria, sobre el pasado vivido, sobre lo que creemos ser capaces de reconstruir de aquellos días que se fueron y Oates nos cuenta la corta historia de una banda juvenil femenina en los Estados Unidos de mitad del siglo pasado (“primero viene el temor, luego el respeto”). Una corta historia en la que discurre sinuosa una reflexión literaria sobre el pasado, la memoria… y la Historia:

 

“La memoria no es más que el depósito de las cosas condenadas al olvido, por lo tanto, hay que recurrir a la Historia. Una ha de esforzarse por inventar la historia. Trasladar fielmente todo lo importante que te ocurre, consignar días, fechas, acontecimientos, nombres, imágenes, sin confiar simplemente en los recuerdos que se desvanecen como una foto polaroid donde ves desdibujarse ante tus ojos las imágenes igual que se difumina el propio tiempo”.

 

La narradora nos cuenta los días en los que su banda, Foxfire, parecía prenderse de la eternidad (“yo tenía que consignar los hechos tal y como sucedieron; si no lo haces y si no andamos con cuidado Foxfire se nos borrará de la memoria, me advirtió Legs: creo que ese es casi siempre el motivo por el que la gente escribe las cosas”):

 

“Ahora rememoro aquel primer año que fue la época más dichosa de Foxfire, aunque por entonces no lo sabíamos. Una nunca lo sabe cuando le está pasando. Vivir es algo inmediato, una navega a toda vela, avanzando febrilmente. Hasta que todo está a salvo y consumado y muerto. Y una puede decir, como si despertara de un sueño: ‘sí, entonces era feliz; sí, ahora que todo está acabado veo que entonces era feliz’. ¿Quizás sea esta la ventaja de morirse?”

 

Una gran pelea contra el olvido: tal vez no sea otra cosa que eso la literatura; al igual que una gran pelea contra el olvido es lo que en definitiva supone la Historia (“olvidamos todo cuanto no nos gustó saber”, leo en Puro fuego…):

 

“Todo cuanto haces, no importa con quien lo hagas o que lo hagas sola, no importa cuándo ni cómo ni dónde ni con qué misteriosa finalidad lo hagas, está contrapesado por la nada, la Muerte y el olvido. Tú misma eres el contrapeso del olvido”.

 

La narradora de la que Joyce Carol Oates se vale para contarnos esta historia de un grupo de chicas construye una narración premeditadamente confusa en cuanto al ojo que todo lo ve. Ella, Mandy, dice que “escribir unas memorias es como arrancarte lentamente las entrañas, centímetro a centímetro. Yo no lo sabía cuando empecé pero ahora lo sé”.


Contar es el oficio de Oates, y en esta novela el tiempo se quiere convertir, sin conseguirlo, en un protagonista por encima de sus protagonistas y por encima de un feminismo fuera de la órbita del feminismo (un feminismo autoconcienciado, sin influencia intelectual alguna): pues el hecho de una abigarrada percepción de que los hombres odian a las mujeres acaba por estar, en definitiva, en la base de Puro fuego…

 

Juráis solemnemente consagraros a vuestras hermanas en Foxfire, consagraros al ideal de Foxfire, pensar siempre en nuestras hermanas como quisieran que ellas pensaron en vosotras, en la Revolución del Proletariado, que es inminente, en el Apocalipsis, en el Valle de la Sombra de la Muerte y bajo tormento físico o espiritual no traicionar nunca a vuestras hermanas en forma de pensamiento, palabra u obra, no revelar nunca los secretos de Foxfire, no negar nunca a Foxfire ni en este mundo ni en el otro y, por encima de todo, entregaros a Foxfire consagrándole toda vuestra lealtad, todo vuestro valor, vuestro corazón y vuestra alma y vuestra felicidad futura a Foxfire: que Dios os ayude para siempre jamás hasta el fin de los tiempos.”

 

El tiempo y el Universo y Joyce Carol Oates, una muestra categórica de todo ello:

 

“Que cada cosa proviene de algo anterior, o de muchas cosas que sucedieron antes, de manera que es como una enorme tela de araña tejida en el Tiempo y que se va extendiendo interminablemente hacia el pasado sin un verdadero principio ni vislumbre de un final, algo similar a lo que en aquellos años se creía que era el Universo, un estable y en general inalterable conjunto de galaxias y gases y vacío que perduraba y perduraba inútilmente avanzando en todas direcciones y también hacia adelante y hacia atrás en el Tiempo. Y si tratabas de mostrar qué espacio ocupabas tú en aquella clase de Tiempo, pues ni siquiera equivalía a un chasquido de tus propios dedos: eras más fugaz aún que la simple idea de chasquear los dedos”.

 

¿Existe una conexión entre el pasado y el presente? ¿Somos como un río que “existe simultáneamente tanto en su nacimiento cómo es su desembocadura”?

El Tiempo, puro fuego, puro Foxfire… Puro Joyce Carol Oates:

 

“La extrañeza del Tiempo. No en su transcurso, que puede parecer infinito como un túnel cuyo final no puedes ver y cuyo comienzo has olvidado. Sino en la brusca toma de conciencia de que algo finito, un trozo de Tiempo, ha pasado y es irrecuperable”.

 

Y, fuera del ámbito de lo que se nos cuenta, Dios. Fuera pero AHÍ:

 

“¿Cuál es el propósito de Dios?”

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