El camino del exceso: William Blake y una pequeña flor
El argentino Enrique Caracciolo Trejo,
traductor y prologuista de la Antología bilingüe publicada
en 1987 por Alianza Editorial por vez primera (aunque la edición que yo he
leído es la de 2002), dice en la introducción que William Blake
(1757-1827) es un místico y un visionario cuyo mundo “es mitológico y no
histórico”.
En Esbozos poéticos, que
muestra la precocidad de Blake, puesto que, si bien fue publicado en 1783,
había sido escrito entre 1768 y 1777, hay un poema inmenso titulado ‘Canción’ dedicado
a la memoria (“Memoria, ven a mí”) del que destaco estos versos.
“He de yacer soñando
Durante todo el día;
Al caer de la noche
Iré a esos lugares
Donde habitan las penas,
Y por valles oscuros
Seguiré caminando
Con todo este silencio
De mi melancolía”.
En Cantos de inocencia,
publicado en 1789, “manifestaciones de admirable madurez” (a decir de
Caracciolo), podemos leer un canto al cordero (“Cordero, Dios te bendiga. /
Dios te bendiga, Cordero”) y otro al capullo (sic)
“Alegre, Gorrión Alegre
[…].
Lindo, Lindo Petirrojo,
Cerca de mi corazón”.
En ‘Canción de la risa’, Blake describe “cuando ríen los bosques con la
voz del gozo”; y en ‘Canción de cuna’ hace fluir versos así…
“Sueño dulce, con flojel
delicado
Inclínate sobre mi niño feliz.
Dulces sonrisas en la noche
Vuelan sobre mi deleite;
Sonrisas dulces, sonrisas de madre,
Que llenan mi noche de mágico encanto.
Dulces lamentos, suspiros de palomas,
no ahuyentaron el sueño de tus ojos.
Dulces lamentos, sonrisas más dulces
Hechizan lamentos que son de palomas.
Duerme, duerme, feliz niño,
Toda la creación durmió y sonrío;
Duerme, duerme; feliz duerme,
mientras por ti tu madre llora”.
Y Dios, por supuesto. En el poema ‘La imagen divina’ une a Dios con el
amor: “Donde Amor, Paz y Piedad moran, / Allí también Mora Dios”.
Despido este poemario sorprendente con lo que más me gustó de tres de sus
poesías.
Del poema ‘Noche’…
“La luna, como una flor
En la alta glorieta del
cielo,
Con silencioso deleite,
Se siente y sonríe a la noche”
(The moon like a flower…
Sits and smiles on the
night”.)
De ‘Un sueño’…
“Un sueño tejió
una sombra
Sobre mi lecho que
el Ángel guarda”.
En ‘Sobre el dolor de otro’ se puede leer esta estrofa de devoción
blakiana:
“Ni un solo
suspiro exhalas
Sin que tú Dios
esté cerca;
Ni una lagrima
derramas
Sin que a tu lado
este Dios”.
En Cantos de experiencia,
publicados en 1794 en un solo volumen junto con los anteriores Cantos de
inocencia (los de experiencia con el tigre como protagonista, los de
inocencia con el cordero), destaca su poderosa introducción, que arranca
con estos versos:
“¡Oye la voz del
Bardo!
Que ve el
presente, el pasado y el futuro,
Cuyos oídos han
escuchado
El Verbo Sagrado,
Que ha caminado
entre los árboles antiguos”.
[...]
De El matrimonio del Cielo y el
Infierno (escrito entre 1790 y 1793,
publicado en 1794) dice Caracciolo que es “fundamental para la comprensión del
poeta”. Y es curioso, porque es el único de sus libros que no es un poemario, aunque
su primer texto, ‘Argumento’, sí es un poema:
“Ahora, la futura
serpiente se desliza
En dócil humildad
Y el justo se
enfurece en los desiertos
Donde vaga el
león”.
El Cielo y el Infierno, sí, ¿el Bien y el Mal? La dialéctica moderna y contemporánea:
“Sin
Contrarios no hay progresión. Atracción y Repulsión, Razón y Energía, Amor y
Odio, son necesarios a la humana existencia.
De esos
contrarios nace lo que los religiosos llaman Bien y Mal. Bien es lo pasivo que
obedece a la Razón. Mal es lo activo que surge de la energía.
Bien es
Cielo. Mal es Infierno”.
En sus cerca de ochenta ‘Proverbios del Infierno’, William Blake fulge en estado puro, en ese grado de entendimiento y pasión que nos es más reconocible (que se lo digan a Héroes del Silencio):
“El camino del
exceso lleva al palacio del saber”.
“La ira del león
es la sabiduría de Dios”.
“El exceso de pena
ríe. El exceso de gozo llora”.
“El gozo fecunda.
El dolor engendra”.
“Lo que hoy es
evidente, una vez fue imaginario”.
“La Eternidad está
enamorada de los frutos del tiempo”.
“Todo lo creíble
es imagen de la verdad”.
“Si otros no
hubieran sido necios, nosotros lo seríamos”.
“Crear una pequeña
flor es trabajo de siglos”.
“La verdad
nunca puede ser dicha de modo que sea comprendida sin ser creída”.
Isaías, el profeta, le dice a Blake (sic) que “la voz de la indignación
honesta es la de Dios”. Y Blake le pregunta entonces: “¿Acaso la firme
convicción crea las cosas? A lo que el profeta le responde que “todos los
poetas creen que sí”, que fue algo capaz de mover montañas.
[...]
Este
texto pertenece a mi artículo ‘William Blake: en ocasiones veo poemas’, publicado el 22 de
mayo de 2020 en Moon Magazine, que puedes leer
completo EN ESTE
ENLACE.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.