Esta SÍ es mi crítica de la novena película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood

Como ya escribí una crítica de la última peli de Tarantino sin ir a verla (y la publiqué el 23 de agosto de 2019, puedes leerla AQUÍ), ahora que la he visto escribo mi crítica de la novena película de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood....

Aunque en realidad lo que voy a hacer es contestar a quienes de verdad la escribieron en aquella ocasión

Repito:
Tarantino admite mal las medias tintas. Su cine, digo. No encaja en propuestas cinéfilas moderadas. Sí, o le odias o le adoras. Yo no puedo con él. Y eso que sus tres primeras películas, en especial las dos iniciales, me deslumbraron. Mis amigos en Facebook oscilan entre mi opinión y la admiración incondicional, y sobre Érase una vez en Hollywood escribieron reverenciales críticas pero también negativísimas valoraciones.

Comienzo uanmortaim con los fans de Quentin:

El historiador Juan Granados dice de la peli:
“Documentación y actores sobresaliente, y redimir a Sharon [Tate] no tiene precio”.

Mi réplica: A Sharon Tate más que redimirla la salva cinematográficamente la vida. Los actores es verdad que están geniales, especialmente (casi únicamente, diría más, los dos protagonistas. Leonardo DiCaprio y Brad Pitt: tan amigos ellos). Lo de la documentación es un curro, sí.

Para el escritor José Manuel Pedrós García es “sublime. Extraordinaria. Un repaso muy interesante por el cine de la década de 1960. El final, sorprendente”.

Pero yo digo: No vi más sublimación que la de siempre en las pelis de este menda, la de la violencia, gratuita, imbécil, sin gracia. ¿El cine de la década de 1960 fue esa deficiencia artística que se ve en ella? El final, tarantiniano.

La cinéfila Patricia Rubiera González escribe casi una auténtica crítica muy profesional: Érase una vez en Hollywood es “el particular Cinema Paradiso de un director que siempre está del lado de los perdedores, segundones y de ese cine que, aunque denostado por muchos, fue el germen que fraguó a grandes cineastas”.

Nada que objetar.

También cinéfila, y literaria a la vez, es la reflexión del escritor David Torrejón, que me cuenta esto: “La vi ayer y produjo división clara de opiniones entre el grupo. A mí me gustó, pero se ve que se ha gustado demasiado. Muchos episodios son memorables, a otros les sobra la mitad del metraje. Los personajes son magníficos. Dicen que es una película sobre la amistad. Puede ser, pero las raíces de esa amistad quedan un tanto ocultas. Hay bastantes pistas engañosas. Con todo, si después de verla miras hacia atrás, a mí me queda un conjunto positivo que se empasta más cuando tienes todo el conjunto a la vista. Durante el visionado, la narrativa y los tiempos crean un relato demasiado desagregado”.

Muy de acuerdo, sobre todo en lo de la división de opiniones: a Marga le pareció una maravilla, a mí otro desperdicio del evidente talento de un cineasta que nunca quiere pasar desapercibido.

Otro escritor, David García Molina, considera que “no es lo mejor de Tarantino, pero es de Tarantino”.

Que digo yo que en efecto.

Es el músico Manuel Millán quien se muestra más contundente en su afinidad con el cine de su admirado Quentin Tarantino, pues dice sobre el film que es una “obra maestra”.

Será una obra maestra de cine desquiciado tratado artísticamente como si fuera cine clásico. En cualquier caso, es evidente que o estás con Tarantino o no lo estás, que su cine excesivo no admite finuras del tipo puesnoestámal.

“Película de época desdramatizada, gracias a la mirada entre nostálgica y grotesca; con una brillante interpretación y magnífica banda sonora”… dice de ella la profesora Maite Olivera Santos.

No quito ni las comas.

El editor Ximo Espinosa le pone bastante arte a su análisis cuando escribe: “La resumo como si Tarantino no la hubiera hecho y la resumiera: ‘Joder, tío, es una puta procesión de Semana Santa pero con imaginería pop del puto Hollywood de los sesenta, tío! Hasta el puto Bruce Lee se marca un par de escenas, tío! Y la música? Una nueva puta lista de reproducción del iPhone de Tarantino, tío! Y venga de escenas con música, una puta canción detrás de otra mientras un tío conduce su puto coche por el puto Hollywood! Y así todo el puto rato, tío!’ Aún así está entretenida, aunque se hace larga”.

Sí, se hace larga, a mí se me hizo muy larga. Pero no tan larga como las películas que son cortas y se hacen largas. Es que esta es larga.

  
Antes de pasar a los que detestan el tarantinismo, o al menos salieron escaldados de su novena película, una postura intermedia respecto del cine del estadounidense rebeldito: el doctor Pedro Siberia me dice sobre Érase una vez… que “la inmersión en la época y en el mundo del cine no tiene precio, los actores sobresalientes, la historia pelín autocomplaciente y falta de nervio”.

Pudiera ser.

Creo que la críptica aseveración del librero Luis Domínguez puede servir para aproximarnos a quienes sufren (cinematográficamente hablando) cuando ven a Tarantino. Dice Luis: “Endogamia, amor a lo mismo, siempre le damos vueltas a los mismos actores y por supuesto la edad dorada de Los Ángeles. Alguien da más, lo mismo de siempre está servido”.

Lo de la endogamia ni se me pasó por la cabeza viendo la película.

Una poeta, Almudena Guzmán, hace un poco lo que yo, no va a ir a verla, pero ella, además, escribe como si la hubiera visto. Se teme lo peor. Me dice esto: “Yo tampoco la he visto, pero por criticar a priori que no quede: mezcolanza de todos los géneros y referencias posibles, aderezados por cuanta más violencia mejor, para gustar a todo el mundo, pero completamente vacío de originalidad y de contenido. Uno de los grandes bluff del cine”. Habla de Tarantino.

Pues para mí que acertó con los ojos cerrados.

Gaspar Marqués, el autor de Escribir ficción, telegrafía: “Diálogo interminable + sarta de hostias + diálogo insulso sobre hamburguesas + patadas en los huevos + diálogo sobre cuánto duelen dichas patadas +...tío”.

Bendito telégrafo.

Otro escritor, Ricardo de la Fuente, sentencia a su vez: “Sobrevaloradísima. Cerca del sinsentido. Puro papanatismo tarantiniano”.

¿Veis?

Más escritores aturdidos por el arte del cineasta estadounidense. Javier Cosnava escribe: “Dejé de ver películas de Tarantino. Tras sus tres primeras, culminando en la sobresaliente Jackie Brown, ha ido de mal en peor. Para mí, el peor director del mundo con medios y dinero para hacer películas con presupuesto decente. Seguro que hay un director en Surinam que es peor, pero entre los que tienen recursos, Tarantino el peor en activo sin duda. A años luz del siguiente en la escala razzie.”

Yo, sin embargo, no he dejado de verlas, las he acabado viendo todas, excepto la de Django.

Claro, que, tal que apuntara Ángel Aparicio Trujillo, “como siempre... Para gustos, colores”.

Acabé viendo Érase una vez en Hollywood. No tuve ninguna prisa, eso sí.
Y, por supuesto, la música que selecciona Quentin para sus pelis es descomunal.

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