La música de Neil Young es un mensaje para el alma

En 2011, Neil Young escribió sus memorias, Waging heavy peace: a hippie dream, publicadas el año después, con pretensiones de continuarlas. Y aparecieron en 2014 en español, traducidas por Abel Debritto Cabezas, bajo el título de Memorias de Neil Young: el sueño de un hippie.

“Escribo este libro para no tener que pisar los escenarios […]. Ya no fumo hierba. Ahora estoy más centrado. Qué curioso. Por un lado, no sé si podré escribir canciones sin tomar nada y, por el otro, escribo este libro precisamente porque no tomo nada. Quienes investiguen el tema de la sobriedad deberían tomar nota”.
                                       
Un libro autobiográfico que comienza con este explícito, sucinto prólogo:

“De joven jamás soñé con esto. Soñé con colores y que me caía, entre otras cosas”.

Neil Young no es sólo un músico de una larga carrera profesional, fecunda y muy influyente, una leyenda viva y a pleno rendimiento (alguien capaz de afirmar que “cada vez que decido algo tengo presente la música”), es además un peculiar empresario que no deja de recordarnos en sus memorias que odia las reproducciones digitales que escuchamos casi todos cuantos ahora escuchamos la música que nos emociona, y que por eso quiere crear un negocio que nos devuelva a todos la máxima calidad sonora posible sin necesidad de recurrir a productos analógicos. Es también un cineasta a su manera, un coleccionista de trenes en miniatura, de vehículos…

“Si hay algo que me gusta tanto como componer es construir cosas. He construido, reconstruido o he encargado que me construyesen casas, barcos, coches, toda clase de edificios, sistemas de control, sistemas de reproducción de sonido y maquetas de trenes”.

[...]

El sonido de la música es hoy, por sobre todas las cosas, para el canadiense, “un pasatiempo interesante o un juguete, y no un mensaje para el alma. Sí, las cosas han cambiado”.
Quedémonos con esto: para el autor de Harvest, la música es UN MENSAJE PARA EL ALMA.

“Para mí la música es pura emoción. Con las personas me pasa algo parecido”.

Porque para Young, “ser músico te permite remover las notas y expresar cosas que hay en tu interior sin que nada más importe. Quizá por eso me siento tan feliz cuando toco la guitarra o cuando grabo”.

[...]

Sobre la creatividad de los músicos reflexiona de vez en cuando Neil en sus memorias:

“Cuando eres un desconocido nadie te prejuzga. Ahora mi pasado tiene mucho peso. Todo el mundo espera algo de mí. Llega un momento en el que las expectativas se convierten en una molestia e impiden el paso de la luz. Oscurecen el futuro y dificultan el proceso creativo y la fluidez. Si quiero volar tengo que volver a encontrar esa libertad”.

El libro de Neil Young funciona como un libro sobre el rocanrol, a veces. Por ejemplo, cuando su amigo, el productor de 18 de sus discos, David Briggs, hablando sobre él (a petición suya para la biografía que sobre el autor de Powderfinger, Shakey, escribiera Jimmy McDonough) se explaya así:

“El rocanrol no es algo sosegado y tranquilo, y no tiene nada que ver con el dinero ni con nada. Es como el viento, la lluvia o el fuego. Es un elemento. Los chavales de catorce años no piensan, sienten. El rocanrol es fuego, macho, fuego. Es una actitud. Es burlarse del mundo.
Es una carga. Es tal carga que acaba quemando a la gente al cabo de unos años. Hasta los mejores acaban quemados. Se hacen mayores, ya no recuerdan el espíritu de la juventud, se vuelven responsables, son esto y son lo otro… No se puede tener todo. O eres roquero o no lo eres”.

Sobre el rocanrol, leemos al porpio Young palabras como estas:

El rocanrol no es un camino de rosas. Fue y es una industria astuta e implacable si de joven se toman decisiones equivocadas. Muchos artistas se equivocaron en sus decisiones, sobre todo al principio de sus carreras”.

[...]

Muy al principio de su libro, Neil Young, que graba siempre su música tocando en directo con los otros músicos en el mismo estudio, procurando que haya luna llena (sic), nos cuenta, “a modo de hoja de ruta”, cuáles son sus canciones favoritas (y nos consigna unas cuantas canciones que significan mucho para mí y que han ejercido seguramente una gran influencia en mi propia manera de concebir y componer mis canciones”): 

“Me encanta Crazy Mama, de JJ Cale. Es una canción sencilla, directa y honesta tocada con gran naturalidad. El estilo de JJ me ha influido mucho. Su toque personal no tiene parangón. Me deja atónito. Like a Rolling Stone, de Bob Dylan, resulta tan original como el primer día que la escuché. Todavía recuerdo esa tarde en Toronto. Me cambió la vida. La poesía, la actitud y el tono de ese tema son parte de mi ser. La canción pasó a formar parte de mí. El sonido de Be My Baby, de las Ronettes, siempre me gustará. Lo llevo en el alma. Ronnie la canta de fábula. El ritmo, esos coros hermosos y resonantes, esa melodía: una unidad indivisible. Phil Spector es un genio. Jack Nitzsche es un genio. Evergreen, de Roy Orbison, uno de los sentimientos más hermosos jamás grabados. Todavía recuerdo la voz de Roy y siento el amor de mi novia. Four Strong Winds, de Ian & Sylvia, me toca de cerca. La llevo en el corazón”.

[...]

Y el final de un tiempo, de un tiempo artístico, musical, en el que creció y se desarrolló todo el potencial creativo de Neil Young, un mundo que hemos de conseguir hacer perdurar:

“Las raíces del rock y del rhythm and blues son una delicia. Esa música perdurará. Fueron tiempos mágicos y soy consciente de que no se repetirán”.

Neil Young, la fama y el activismo:

“Me aprovecho de mi fama para intentar cambiar las cosas. ¿Para qué si no? Nunca me he considerado un activista, sólo quiero que se me tenga en cuenta. El nombre es lo de menos. ¿Estrella del rock?”

Y el pasado:

El pasado es inconmensurable […]. La vida es demasiado corta. […] La vida es una gran prueba y si te esfuerzas mucho, fracasas. Si no te esfuerzas demasiado y fracasas un poco pero te lo pasas bien, tal vez entonces hayas triunfado. […] ¿Por qué se le da tantas vueltas al pasado? ¿De qué sirve ahora? Me temo que de no mucho”.

Un pasado que, en el caso del autor de After the gold rush está hecho de enfermedades en buena manera:

“A lo largo de mi vida, mi salud ha sido el blanco de varias amenazas: polio, epilepsia y aneurisma cerebral. No me han cambiado mucho, pero nunca se sabe. Forman parte de mi vida, de mi ser. Aunque dan miedo, les estoy agradecido”.

[...]


Y el presente (el de aquel año 2011, entiéndase):

“Tal vez la música que hago ahora no tiene tanto público como antes y quizá mis días de gloria ya se hayan acabado, pero puedo llegar a más gente que nunca si contribuyo a ofrecerles la música en un formato superior a todos cuantos se han utilizado en la historia del sonido grabado”.

Neil Young, que no quiere que la gente escuche sus canciones sueltas, sino en el orden en que las graba en sus elepés (“quiero que el orden de las canciones propicie emociones”), es un artista hippie, todavía hoy, si tal cosa pudiera darse. Un mago al que la naturaleza le sigue diciendo cosas que se ocupa de transmitirnos con sus delicadas o turbulentas, según, pinceladas de belleza alucinada, sensible:

“El horizonte se comunica conmigo cuando lo necesito, comparte conmigo los momentos de cambio. Acepto el horizonte tal como es, por lo que representa. Ésa es mi religión”.

Y el futuro:

“El tiempo, que todo lo cura, también trae el futuro. Nadie sabe qué pasará. Aunque dé un poco de miedo, es emocionante. Por eso cada día es un regalo y cada minuto cuenta. Las decisiones espontáneas sobre el futuro inmediato son el pan nuestro de cada día. La vida es impredecible”.

La música. Porque este libro es esencialmente un libro sobre lo que la música es, siendo como es la memoria que Neil Young quiere dejar en nosotros sobre lo que él es, fue, será…

“Sé quién soy y qué he hecho pero la música expresa lo que las palabras no pueden. […] Durante toda la vida he seguido dos caminos distintos, el de la música acústica y el de la eléctrica. Hay quienes prefieren un estilo y quienes prefieren el otro. A mí me gustan los dos.”


 Este texto pertenece a mi artículo ‘La memoria de Neil Young: un hippie para el rocanrol, publicado el 13 de marzo de 2020 en Analytiks, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE. 

Comentarios

Entradas populares

Los textos incluidos en este blog son propiedad exclusiva de sus autores. Se permite su uso y reproducción, siempre y cuando se respete su integridad, se cite la fuente y su utilización no busque fines comerciales ni implique la obtención de ingresos económicos de cualquier tipo.