Psicología de la música
El libro Psicología de la música,
escrito por la música y psicóloga Lilach Akiva-Kabiri y por los
neurocientíficos Daniel Schön, y Tomaso Vecci, apareció originalmente en
2007. Yo he leído la edición española de 2019, una traducción de Alejandro
Pradera Sánchez para Alianza editorial que incluye cuanto ampliaron los
autores un año antes.
La música es un producto cultural, es decir, “una de las expresiones de un
contexto, de un área geográfica, de una corriente de pensamiento o de un
análisis sociológico específicos”. Pero es, asimismo, según sabemos por los
neurocientíficos y por los psicólogos, “un conjunto de procesos cognitivos
complejos”, de tal manera que se sabe de la existencia de “las correlaciones
anatómico-funcionales de la percepción y el procesamiento de los estímulos
musicales”:
“La
música es una capacidad cognitiva compleja”.
Es preciso afirmar, puntualizar, que “no
existe algo así como una función cognitiva musical o lingüística”. Las
funciones cognitivas complejas pueden descomponerse en funciones básicas.
Ninguna de esas funciones básicas es propiamente una función de aquellas en las
que la musicología ha compartimentado la música.
Y la música es, además de lo dicho, un
sistema comunicativo.
El etnomusicólogo y antropólogo social
británico John Blacking define a la música como aquel “sonido que se
organiza en configuraciones socialmente aceptadas”, pues, como el lenguaje,
es capaz de asegurar la cohesión del grupo social. De hecho, es sencillo
relacionarla con el lenguaje. Patrik Juslin y Petri Laukka, dos
estudiosos de la vinculación entre la música y las emociones, consideran que la
música es una “forma de lenguaje más elevado que transforma los sentimientos
en un paisaje audible”.
En cuanto a los ejecutantes de la música,
Psicología de la música dedica muchas páginas dejar claro que “el
talento, sea lo que sea, seguramente resulta útil pero ¡sin esfuerzo ni ejercicio
no se llega muy lejos!”. ¿De qué me suena a mí eso? ¡Ah, sí, de la vida en
general!
“Podríamos considerar la ejecución
musical como parte de un sistema comunicativo en el que el compositor codifica
las ideas musicales de una forma notacional empobrecida, el ejecutante las
recodifica, transformando la notación en sonido, y el oyente recodifica la
señal acústica en pensamiento abstracto”.
La música es, por tanto, sí, un
sistema comunicativo en el que el emisor, el intérprete o ejecutante, un
músico, en definitiva, se ve ayudado por un creador previo, que puede o no ser
él mismo, el compositor, quien es por supuesto también un músico, envía una
serie de sonidos a un receptor que ha de ser capaz de convertirlos en
conocimiento.
[...]
Este
texto pertenece a mi artículo ‘De la psicología y la música’, publicado
el 19 de febrero de 2020 en Analytiks, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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