La película palestina de 2017 Invitación
de boda (titulada originalmente Wajib,
que quiere decir algo así como ‘Obligatorio’) dura poco menos de cien
minutos (un metraje a mi modo de ver solvente, habitualmente cabal,
satisfactorio). Escrita y dirigida por la pionera cineasta palestina Annemarie
Jacir, también poeta (algo que se aprecia sin dañarla en la película), está
magníficamente interpretada por Saleh Bakri y Mohammed Bakri, padre e hijo en
la ficción y en la vida real.
Sobre ella escribió en abril de 2018 Javier Ocaña para El País…
“Tradición y modernidad en continua
pugna, aunque entrelazadas como los dedos de dos personas que se aman, que
saben mirarse a los ojos y comprender lo que hay dentro es una de esas
películas para vivir, aprender y soñar. De apariencia sencilla y mensaje complejo,
que se escucha y se huele, y que se mantiene firme sobre una línea de corte
humanista, tan necesaria en estos tiempos de constante desequilibrio”.
De la muy equilibrada, magníficamente dirigida y muy solvente como
canalizadora de emociones y aprendizajes Invitación
de boda, me quedo con lo que el padre palestino le dice a su hijo huido a Occidente y que yo parafraseo:
“Tú y tus amigos burgueses
italianos podéis discutir sobre lo que es la vida de los árabes en Israel, pero
yo vivo aquí”.
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