‘La favorita’. Los excesos de una película excelente

La favorita optaba el año 2018 a diez óscares, a los más importantes de entre ellos también. Eso acentuó mi interés en ver lo que me habían dicho que esta película británica, originalmente titulada The Favourite, era: una película hecha de puro cine del más importante, del mejor de los cines conocidos o por conocer. La he visto, finalmente. No me ha parecido para tanto. Y eso que la película está decididamente hecha para impactar, para resultar impresionante a poco que uno ponga de su parte. Y yo lo he puesto. De mi parte. Pero…

En sus dos horas de duración, y su metraje preciso como un reloj, el director teatral y cinematográfico griego Yorgos Lanthimos nos intenta conmover, imagino, además de impresionar, al llevar a la pantalla grande (y menos grande) un guion escrito por Deborah Davis y Tony McNamara, ayudado por la sensacional fotografía de Robbie Ryan y por unos actores muy en su papel de actores para una película con propósitos muy perdurables, encabezados por una reina Ana de categoría, la brillante Olivia Colman, que se llevó el único Oscar que al fin y a la postre arrancó en aquella ceremonia de 2018 esta película de época que nos traslada al siglo XVIII y a la corte regia de la primera monarca de la Gran Bretaña unida. Emma Stone y Rachel Weisz componen, por su parte, una admirable, una excelente compañía lujosa con sus interpretaciones para la memoria.

Estoy bastante de acuerdo con lo que el siempre muy exigente crítico cinematográfico Carlos Boyero escribió en El País sobre ella: "Acaba enganchándome. Sin excesos. Me intriga progresivamente cómo va a acabar este relato (...) los diálogos poseen agudeza (...) Pero, ante todo, encuentro hipnótica y admirable la interpretación de tres actrices privilegiadas."

No obstante, creo que sí comete excesos Lanthimos, excesos que afortunadamente no alargan la duración del film, pero que convierten su visión en un constante desafío a las intenciones cinematográficas del director griego. Unas intenciones que pasan por, esa impresión me daba a mí mientras veía La favorita, verte obligado continuamente a rendirte admirado a la magnificencia de las imágenes, una detrás de otra, plantadas siempre con medida pretensión narrativa pero también con una grandilocuencia pienso que inadecuada. Por mucha reina y mucha corte británica, triturada por la visión portentosa del director, que nos pongan por delante.

En cuanto a cómo va a acabar el relato, personalmente, como diría Clark Gable, a medida que avanza el film, más me importa un bledo. Pese a Stone. Pese a Weisz. Y pese a la inconmensurable Colman. Y eso, digo yo, será por algo. ¿Qué no?

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