Choque de civilizaciones: Roma contra Cartago; POR Miguel Ángel Novillo López

Dejando a un lado los orígenes míticos que la relacionan con la reina Dido, enamorada del héroe troyano Eneas, Cartago fue fundada como la factoría comercial más importante del Mediterráneo occidental por la ciudad fenicia de Tiro a finales del siglo IX a.C. Situada en las inmediaciones de la actual Túnez, Cartago iba a representar a lo largo del siglo III a.C. uno de los mayores peligros a los que Roma debía hacer frente. Logró convertirse en una gran potencia con un vasto imperio que se extendía por Baleares, Cerdeña, gran parte de Sicilia y el sur de la península Ibérica, gracias a su inmejorable posición geoestratégica, a su puerto, a su flota de guerra permanente y a su ejército profesional.
Desde el siglo VII a.C., cartagineses, griegos y etruscos habían entrado en una dinámica de disputas políticas y comerciales motivada por el dominio efectivo del Mediterráneo. Esta situación condujo al entendimiento entre cartagineses y etruscos frente a los griegos. Una batalla en aguas de Alalia (Ajaccio, en Córcega), en la que se enfrentaron una flota etrusco-púnica con otra griega, decidió en el 540 a.C. los diferentes ámbitos de influencia de las tres potencias en el Mediterráneo.
Con el declive etrusco, Cartago necesitaba un nuevo aliado que pudiese contrarrestar el poder de la colonia griega de Siracusa en el Mediterráneo occidental. Este nuevo aliado no sería sino Roma, pues la amenaza siracusana afectaba a los intereses romanos en el Lacio y en Campania. De esta manera, Cartago y Roma firmaron sucesivos tratados en los años 509 a.C., 348 a.C. y 343 a.C., con los que la primera mantenía bajo su control su zona marítima a cambio de reconocer los propósitos de la segunda sobre el Lacio.
Como hemos tenido ocasión de comprobar, a comienzos del siglo III a.C., Roma, tras convertirse en la dueña y señora del centro de la península Itálica, se enfrentó a Tarento, la más poderosa de las ciudades griegas del sur de la península Itálica, que solicitó el apoyo de Pirro, rey del Epiro. Éste, pretendía crear un imperio occidental griego contra los intereses romanos y cartagineses, razón por la que en el 279 a.C. romanos y cartagineses firmaron un nuevo acuerdo. Derrotado Pirro en el 275 a.C., Roma se hizo con la hegemonía de todo el territorio italiano. No obstante, y con esta realidad, Cartago y Roma entraban en inmediata vecindad y, con ello, en un posible choque de intereses que, de hecho, comenzaría en el año 264 a.C.

[Así comienza ESTE ARTÍCULO, que APARECIÓ EN ANATOMÍA DE LA HISTORIA POR VEZ PRIMERA EL 7 de diciembre de 2015 y puedes leerlo completo AQUÍ]

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