Carlo Ginzburg, la Historia y la microhistoria

Los historiadores españoles Anaclet Pons y Justo Serna han publicado a través de la editorial Comares el libro MicroHistoria. Las narraciones de Carlo Ginzburg, con lo que añaden otro título imprescindible a su producción historiográfica sobre la razón de ser de la disciplina histórica. Esta edición es heredera de otro libro de ambos autores (Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlos Ginzburg, de 2000), bien que actualizado y esencialmente reescrito.

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Empecemos fuerte. ¿Qué es la Historia? Responden Pons y Serna:


“Historiar significa investigar, el proceso de pesquisa que nos permite conocer lo que de entrada ignorábamos, algo sucedido, pero de lo que no sabíamos el proceso concreto o el resultado final”.

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Pero, ¿qué es lo que se estudia de ese sedimento infinito que es en definitiva el pasado? Todo lo experimentado por la humanidad es inabarcable como objeto de análisis. Los historiadores nos resignamos a lo limitado, siempre hemos de optar y seleccionar. Ejercemos una “discriminación justificada”. Ahí es dónde encaja la llamada microhistoria (‘microHistoria’, como muy bien remarca la cubierta del libro de Pons y Serna):

“La perspectiva microanalítica nace en las ciencias sociales por imitación a lo hecho en las ciencias experimentales”.

La microhistoria, que es una forma de escribir la Historia, una práctica (un “proyecto historiográfico”, a decir del propio Ginzburg), no estudia lo curioso o lo pintoresco. Cuando se reduce “la escala de observación para estudiar la conducta social” se pretende apreciar significados que podrían haber acabado por ser invisibles. 

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Dado que el libro de los profesores Pons y Serna tiene por objeto esencial analizar aquella obra de los años 70 del siglo pasado titulada El queso y los gusanos, escrita por Carlo Ginzburg, tendré que escribir aquí de qué va aquella obra tan citada y quizás leída: El queso y los gusanos pretende hacer la historia (así lo escriben Pons y Serna: “hacer la historia”) de la cultura popular, o mejor, como el propio Ginzburg dejó sentado, “reconstruir un fragmento de lo que se ha dado en llamar cultura de las clases subalternas” y lo intenta acercándonos a “una figura anómala, no representativa”, el molinero Domenico Scandella apodado Menocchio, nacido en la región italiana de Friuli en 1532. Ginzburg no quiso escribir una biografía y años después cuando su libro ya era un clásico contemporáneo dijo de él que se trataba de “un ensayo de experimentación narrativa”.
Por zanjar el asunto, lo que El queso y los gusanos pretende demostrar o en lo que quiere sustentarse es en la idea de que no sólo existió durante el Antiguo Régimen, en el siglo XVI al menos, una separación de culturas sino que entre la cultura hegemónica (la de los poderosos) y la subalterna (la del resto de la población) también hubo circularidad, esto es, una influencia recíproca. En ese libro hay mucho de la empatía inherente al oficio de historiador, hay una distancia de analista compatible eso sí con “la participación emocional”.


Por cierto, y ya acabo, el libro de Pons y Serna es un libro escrito para que lo lean y lo comprendan los especialistas, es una obra destinada a auténticos expertos en el conocimiento de lo que es la Historia y lo que creen los historiadores que la Historia es. 

Este texto pertenece al artículo titulado 'La Historia y la microhistoria: leemos a Serna y Pons' y publicado el 22 de marzo de 2019 en Nueva Tribuna, que puedes leer EN ESTE ENLACE.

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