Petros Márkaris me lleva a Atenas a conocer a Jaritos

Al griego Petros Márkaris no le había leído nada más que, es un decir, su guion de la plomiza La mirada de Ulises, una de las películas del otrora ultraverenadoporlamolonidadculturetaespañola Theo Angelopoulos, su paisano cineasta para el que escribió más guiones para filmes que desconozco. Afortunadamente, muchos me hablaron de Kostas Jaritos, su comisario (teniente de policía en la primera entrega de la serie) en una saga exitosa y de reconocida y reconocible calidad literaria.

Yo he empezado por el principio de Jaritos, aquel que allá por el año 1995 dio el disparo de salida de su carrera policialnovelera, no la de su presencia en el cuerpo ateniense de seguridad, que proviene de los tiempos dictatoriales griegos. Esa primera novela, traducida al español cinco años después y que fue publicada, como el resto de la saga, por Tusquets, es Noticias de la noche. Una novela que empezó entusiasmándome sobremanera, me aburrió un poquito en algunos tramos y terminó por terminar mal y dejarme ligeramente mosqueado aunque dispuesto a seguir visitando la vida de Jaritos y de su esposa Adrianí y la de la hija de ambos y la de su jefe, y… Porque, como suele pasar con muchas sagas policiacas, lo que más me gusta de ellas no son sus casos, que me traen al pairo, sino la vida ateniense corriente de sus protagonistas, una vida manchada por tanta realidad que se acopla perfectamente a esas ganas mías, nuestras, de leer ficción más convincente que la propia realidad.

De Jaritos sé ya bastantes cosas con tan sólo haber leído Noticias de la noche, como esta que me confiesa sobre él mismo:

        “¿Quién dice que aprendemos de nuestros errores? Yo nunca aprendo”.

O su opinión sobre el mundo, que “se ha convertido en un zoológico al revés: la gente está encerrada en jaulas y los animales se pasean por las plazas y nos miran”.

También he podido saber de primera mano lo que Jaritos, experto en buscar “la satisfacción de haber pronunciado la última palabra”, opina sobre el matrimonio:

“La primera fase de la vida conyugal corresponde a la alegría de la convivencia. La segunda, a los hijos. La tercera y más importante, a los desquites. Cuando llegas a esta etapa ya puedes relajarte, porque sabes que nada va a cambiar. Los hijos pronto emprenderán su camino y tú volverás a casa después del trabajo sabiendo que allí te espera tu mujer, la cena y los desquites”.

Y asimismo sobre el ejercicio de su profesión nos deja perlas muy significativas en esta primera entrega de la serie el teniente Kostas Jaritos (“que empezó como poli de base, tardó 25 años en llegar a jefe de departamento de Homicidios y jamás consiguió aprender los trucos para dar el gran salto”):

“El policía que ya no pega es como el fumador que ya no fuma. Aunque la lógica le diga que ha hecho muy bien en dejarlo, por dentro se muere de ganas de repartir hostias, como el ex fumador se muere por una caladita”.

Y es que el poli ateniense se formó en plena dictadura, no lo olvidemos. Malos tiempos para la lírica y la épica. Y para casi todo. Porque toda la poesía que podemos esperar de esta novela es esta maravilla que tan bien ciñe las virtudes de la literatura que el escritor Márkaris vierte en el personaje Jaritos:

        “No llueve, pero comparto la desazón del cielo. Él está nublado y yo de mal humor”.

Su jefe es el general Guikas, que le tiene tomada la medida, como demuestra cuando le dice:

“Escucha, Kostas. Eres un buen oficial, inteligente y bien dispuesto. Sólo tienes un defecto. Eres inflexible, no sabes maniobrar, deslizarte. Te lanzas de cabeza, chocas contra la pared y te partes la crisma”.

Algo que Jaritos reconoce:

“Soy realmente inflexible y, cuando se me mete una idea en la mollera, no hay quien me la quite”.

Y este es el teniente Kostas Jaritos, de quien quiero seguir sabiendo más y más, el mismo que considera que eso de pensar seguramente esté demasiado sobrevalorado (¿de qué me suena a mí eso?):

“Algunas ideas llegan de repente, de un modo inesperado. No han podido ser elaboradas, no obedecen a ninguna asociación y, sin embargo, se sabe que son correctas”.

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