El genocidio armenio, POR Francesc Morales

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Durante los siguientes meses, se informó de forma continuada al Gobierno de que los armenios estaban en abierta rebelión y que tal situación planteaba una seria amenaza para el Ejército. En realidad, las acusaciones de una revuelta armenia no tenían base y eran producto de fabricaciones, tal y como pondría de manifiesto en noviembre de 1918 la comisión para la investigación de crímenes que se formó para investigar la masacre de armenios (que acababa de tener lugar durante la Gran Guerra). Por lo visto, los incidentes que se tomaron para demostrar una rebelión armenia organizada no eran más que el trabajo de bandas de bandidos armados formadas por desertores militares musulmanes y no musulmanes.
Es muy probable que la decisión de eliminar a la población armenia se tomase a finales de marzo. Como resultado de estas discusiones, se acordó que, si bien la Organización Especial se ocupaba de asuntos relacionados con los enemigos extranjeros, Behaddin Shakir, del partido Comité para la Unión y el Progreso (CUP), se ocuparía de los enemigos internos del país. En otras palabras, a Shakir se le encomendó la tarea de destruir la población armenia del Imperio.
De forma casi inmediata, unos 250 intelectuales armenios y líderes comunitarios residentes en la capital otomana fueron trasladados a dos centros de detención cerca de Ankara. Y en mayo de 1915 se amplió la geografía de las deportaciones armenias, todo bajo la legalidad gubernamental y, en especial, de Talat Pashá y el gran visir Said Halim Pashá.
Parece ser que el mecanismo de deportación fue el siguiente. Las órdenes de se transmitían por canales oficiales del Ministerio del Interior a los gobernadores provinciales, quienes luego los distribuían a las unidades de seguridad de la región. Durante ese movimiento se produjeron masacres en los convoyes, una operación supervisada por Shakir con órdenes de asesinato codificadas transmitidas a las provincias principalmente por los secretarios responsables del partido.
La deportación de la población armenia significó su aniquilación. Además, el abuso sexual generalizado fue parte integral del genocidio. Por ejemplo, se exhibió desnudos a deportados en Damasco, los cuales acabaron por ser vendidos como esclavos sexuales en algunas áreas, incluyendo Mosul a tenor del informe del cónsul alemán destinado allí. Este método supuso, de hecho, una importante fuente de ingresos para los soldados que los acompañaban.
Para los supervivientes de las largas marchas hasta su destino final se dispuso una red de 25 campos de concentración. La localización de esta red corresponde con la zona de la actual frontera entre Turquía, Irak y Siria. Aunque lo cierto es que algunos de los campamentos eran solo puntos de tránsito temporales. Otros, como los de Radjo, Katma y Azaz, fueron utilizados para fosas comunes y luego desocupados en otoño de 1915.
Las autoridades otomanas se negaron a proporcionar alimentos y agua a las víctimas, con el consiguiente aumento de la tasa de mortalidad. Esto confirma los informes de oficiales alemanes que había sobre el terreno de su aliado durante la Gran Guerra. En ellos se encuentran se encuentran numerosos pasajes en los que se dice que el plan no era tanto deportar a población armenia como su aniquilación. En total, el número de víctimas que se baraja como resultado del proceso oscila entre las 800.000 y el millón y medio.
Al maltrato físico, exterminador si se quiere, se unió la expropiación y confiscación de bienes. El 13 de septiembre de 1915, por la Ley Temporal de Expropiación y Confiscación, el Gobierno otomano tomó posesión de todas las propiedades armenias abandonadas. Eso incluía la tierra, el ganado y las casas.
De otro lado, se organizó una especie de ayuda internacional a las víctimas bajo la forma del Comité Americano para el Alivio Armenio y Sirio, establecido en 1915 justo después de que las deportaciones comenzaron. Fue una organización caritativa establecida para aliviar el sufrimiento de estos pueblos, liderada por el embajador estadounidense en el Imperio otomano Henry Morgenthau. Los despachos de Morgenthau sobre la matanza masiva de armenios ayudaron a galvanizar mucho del apoyo para la organización. En su primer año, el comité cuidó de 132.000 huérfanos armenios de Tiflis, Ereván, Constantinopla, Sivas, Beirut, Damasco y Jerusalén. Alrededor de 102 millones de dólares se utilizaron para auxiliar a los armenios durante y después de la guerra. En total, hasta 1930 el socorro humanitario se acercó a lugares de una amplia geografía, lo que se tradujo en una ayuda a alrededor de dos millones de refugiados.


Este texto pertenece al artículo ‘El genocidio armenio’, de Francesc Morales, publicado el 6 de septiembre de 2017 en Anatomía de la Historia, que puedes leer aquí COMPLETO.

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